Conocerse es conocer el universo. Todo está dentro de uno.
El Amor se comporta como lo hace Dios, sólo se entrega al servidor más valiente.
El Amor en sí es ya valiente.
Hubo un tiempo lejano, antes de la última creación, en la que los hombres amaban a las mujeres y las mujeres amaban a los hombres sin restricciones. Cómo en un cuento de hadas intentamos restituir una situación anterior más bella y plena.
Y para ello necesitamos al héroe (el intento) y al causante del caos (lo que nos bloquea), al sabio (maestro interior) que guía al héroe, al dragón (ego) de mil cabezas y que la flor cautiva (el dios/diosa, la shekinah) vuelva a respirar libre y expandirse. Y todo es necesario para seguir creciendo, todo es un intento por lograr una nueva síntesis de la vida.
Logos (comprensión) y Eros (estar vinculado) en unión. Se trata de vinculación consciente. El Logos es solamente ideal cuando contiene al Eros, de lo contrario, el Logos no es en absoluto dinámico y se transforma en seco racionalismo; y el Eros que no posee Logos no comprende; ahí no hay más que vinculación ciega.
¿Qué ha pasado?
Actualmente los seres humanos se intercambian y comunican en un juego de egos. Se sobrestima el valor de lo inválido por perecedero e irreal, antes que lo profundo del conocimiento de lo interno. Nos hemos olvidado de, por una vez, dejar de jugar para verdaderamente empezar a jugar con conciencia o sólo jugar cuando queramos como un niño.
La catexis que se produce en pareja, más por un miembro que por el otro, certifica el intento de unificar los arquetipos femenino y masculino en uno sólo, con Adam Kadmon. Esa es la gran alegría que sobresale de tanto intento fallido y sufrimiento. Detrás de un gran amor se esconde el intento de todo espíritu de regresar a la unidad, la integración de los opuestos para dejar de necesitar lo que el opuesto tiene y poder amar con libertad. Sin embargo, de forma errónea se proyecta en el otro la propia extensión del yo. Sin esa parte que ya se ha fusionado con uno mismo, sentimos el desgarro de la pérdida de lo que queremos reencontrar en nosotros mismos, las cualidades exentas de neurosis del hombre y la mujer en único ser, el nuestro propio, manteniendo la individualidad y siendo completamente selectivos a la hora de incorporar en nuestro mecanismo lo necesario para la unificación plena. Así descartamos aquellos componentes neuróticos o vivencias que excluyen o interfieren la verdadera naturaleza de cada parte, que obstaculizan el camino, pero solamente cuando ya las hemos identificado en lo profundo, porque su conocimiento y posterior renuncia ayudan siempre al aprendizaje para la unificación. Y esto ocurre cuando se ama, con amigos, familia, compañeros, enamorados y amantes, con ángeles y hadas, con demonios, con seres sutiles y almas reconocidas y con el espíritu también.
Carlos de León, en su publicación, Meditación Bíblica, afirma que no hay diferencia entre el acto de amar del que ama y el objeto amado, pues de nuevo es la unidad: no hay un sujeto, un objeto y una acción, sino una integración total en la que el amado es el que ama. Es decir, el amado es el que ama y viceversa. Y a esto me refiero con el concepto de totalidad y en el que se incluyen la, fe, la esperanza, la belleza, la libertad y la verdad. El amor lo engloba todo. Sólo en la unidad puede uno conocer la divinidad del estado superior, que pertenece al humano y que es libre de él.
La unificación de hombre, mujer como cualificados superiores al humano en sí, proviene de una necesidad inherente al ser humano, casi divina de comprensión del todo. Un hombre o una mujer que se permitan explorar lo interno de cada uno, para construir un self integrado, podrán ya amar sin necesitar, puesto que los polos se han unificado, ánima y ánimus se disuelven en algo superior que permite una extraordinaria madurez, una gran independencia y la seguridad empática hacia una mismo y el otro como parte de nosotros. La estrategia podría ser integrar en nosotros mismos lo que creemos que sólo el otro nos puede dar, así y paradógicamente, se produce una entrega total, porque desaparece el miedo a la pérdida, o se puede observar ese miedo dejando de hacer lo que nos dice. Y se hace extensible al mundo, a todas las personas y cosas, al universo ilimitado, a lo que se ve, lo que se siente, a lo que se piensa, lo que se intuye y vibra, o a lo muerto y a lo que se es.
El Amor verdadero se fundamenta en una entrega total a uno mismo, siempre que el individuo trabaje en pro de una introspección, trabajo arduo por otra parte, que permita un desapego total de lo concebido como real en cuanto a patrones de comportamiento propios y heredados que generan grandes necesidades y exigencias extremas de los unos hacia los otros. Mantener la individualidad es el principio básico para no violar la individualidad del otro, aunque muchas veces sea necesario perderla por completo sin sabiduría para poder retomarla más auténtica y más verdadera y sabia que antes. El amor resulta de la entrega a uno mismo y ésta surge poderosa tras la entrega total a los demás, para retornar al centro.
Dentro de cada uno de nosotros existe un universo ilimitado que se compone de toda la creación desde el origen. La exploración de todas las partes inclina la balanza hacia la justicia y la empatía, hacia la compasión, el acompañamiento de uno mismo con los demás en un camino incierto, hacia la comprensión, hacia un amor divino. El reconocimiento y la aceptación de todo lo que configura nuestro ser, nos permitirá, sin duda alguna, conocer y comprender a todo lo que proyectamos. Nos permitirá dejar de juzgar en polaridades, dejar de valorar. Y crear una individualidad que es libre.
Amar también significa dejar atrás. Si presuponemos la entrega a uno mismo, en todos los niveles, tendremos que aceptar también nuestras necesidades personales humanas, nuestros gustos y preferencias. Pero siempre es necesario conocer para descartar. No se puede descartar antes de conocer.
Un proceso de individualización constante, sin detenimiento en ninguna parte, provoca el resurgir de un ser sin nombre, que la propia persona, natural y espontánea, posee dentro de sí en completa libertad, que defiende su derecho a existir como tal, su derecho al contacto, su derecho a experimentar, a ser tal como es, a necesitar, a tocar, a ser sano y feliz y a ser honesto y sincero consigo mismo y por ende, defiende los derechos de los demás.
Carl Gustav Jung en su libro Sobre el Amor se pregunta qué es el Amor.
Yo también.
El autor diferencia entre distintos tipos de amor; el amor, al prójimo, con tintes filantrópicos en sentido cristiano y budista, el amor a la patria y otras instituciones como la iglesia, el amor materno y el filial. También el amor de los esposos, que según el autor se extiende entre la esfera del espíritu y el instinto donde la parte pura de Eros se excita hasta convertirse en el fuego y la sexualidad y, por otra las formas de amor ideales se mezclan con las fuerzas del poder personal. La belleza y la verdad de la fuerza amorosa se pone de manifiesto tanto más plenamente cuanto mayor cantidad de instinto sea capaz de contener, siempre que el instinto no sofoque al amor y viceversa.
Y a eso es lo que yo llamo la unión de opuestos en todos los ejes, lo animal, lo humano y lo divino, fusionados en un todo integrado, sabio y fuerte de lo que resurge como Ave Fénix, lo único que existe y que podemos hacer: amar.
Un self consistente ha fortalecido el yo hasta tal punto que ha reinventado en positivo toda su existencia para encontrar un aprendizaje. Continúa reinventando sus percepciones y saca fruto de ellas porque quiere ser libre,desidentificado y armonioso y quiere ser capaz de tomar las riendas de su vida responsabilizándose de sus decisiones. Acertadas o no, son suyas. Es valiente porque puede sentir miedo, es fuerte porque sabe que puede caer en cualquier momento, tiene esperanza porque sabe que la puede perder en la caída pero continúa en su interior y es fiel a sí mismo porque es lo único que tiene. El curso de individualización continuado posee dos aspectos centrales: es un fenómeno de integración interno, subjetivo; por un lado, y por otro, un fenómeno imprescindible de relación objetiva. Ambos aspectos en intento de consenso continuo. Y eso es amar. Eso es amarse. Aunque no soy capaz de dar dar una respuesta válida ante la pregunta sobre el amor, porque diga lo que se diga ninguna palabra puede explicar la totalidad.
Como afirma Jung:
“El Amor es la luz y la tiniebla del hombre cuyo final no alcanza a ver. El Amor no acaba nunca, incluso si hablase las lenguas de los ángeles o si persiguiese con rigor científico la vida de la célula hasta su fondo más recóndito. Puede documentar el amor con todos los nombres que estén a su disposición pero solamente se perderá en infinitos autoengaños. Si posee un grano de sabiduría rendirá las armas lo que constituirá una confesión de inferioridad, imperfección y dependencia, pero a la vez un testimonio de su libertad de elección entre la verdad y el error”
Para finalizar únicamente señalar que el amor facilita el crecimiento y lo permite, que se manifiesta en conciencia real y aceptación total del devenir de la vida y la muerte. Es lo único que nos queda después la batalla del todo junto con la conciencia de la experiencia, lo que no se puede explicar y solo es. Y no aportaré ninguna conceptualización más porque siento que no se puede explicar con palabras. De todo el verbo escrito al respecto, por poetas y filósofos, psicólogos y personas como madres y esposos o amantes, de las mías no expresadas, concluyo que es la energía vital sanadora que impulsa al crecimiento, a la felicidad y a la entrega, que no se reconoce con objeto alguno, que es independiente y que se proyecta en un continuo presente. La comunión total es en amor; ese amor es la totalidad, y no he encontrado palabra que la defina por su grandiosidad y simpleza conjuntas.
Así que pido que el Amor nos bendiga y nos guíe,
que el Amor inunde nuestros cuerpos,
que se manifieste.
Y que lo podamos ver.
Amén.
Imagen de diasyflores vía Flickr.
Datos para citar ese artículo:
Zunzunegui Franco, María. (2010). El amor valiente. Irradia Terapia México. https://psicologos.mx/el-amor-valiente/ [Consultado el ].
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