El presente artículo pretende realizar la propuesta de intervenciones terapeúticas desde el modelo familiar sistémico relacional posterior a la recepción de un diagnótico de TEA.
Palabras clave: Autismo, terapia familiar
Introducción
De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, DSM-V (2014) uno de los Trastornos del Neurodesarrollo es el Trastorno del Espectro Autista (TEA), que se caracteriza principalmente por una alteración en la comunicación, interacciones sociales y la conducta.
El Trastorno del Espectro Autista se diagnostica cuando el desarrollo del niño ha avanzado y se perciben algunas conductas que pudiesen parecer sospechosas, como la falta de lenguaje, poco contacto físico con el cuidador, conductas repetitivas como aleteos de manos o cuerpo, alineación de objetos e intereses restringidos.
Presentación
La recepción de un diagnóstico en general supone distintas emociones y reacciones ante la inesperada noticia, Baron y Bolton (1998, como se citó en De Goni, 2015) señalan que la perturbación que los padres de los niños con TEA atraviesan al recibir el diagnóstico es diferente al que experimentan los progenitores de niños con otro tipo de discapacidad, puesto que los padres comienzan la búsqueda del motivo que está generando dichas alteraciones en su hijo, pudiendo atravesar, en algunas ocasiones, por distintos diagnósticos antes de concretizar en Trastorno de Espectro Autista, proceso que suele ser agotador y muy confuso, debido a los distintos prediagnósticos que pudiesen recibir.
Al tratarse de un diagnóstico que muestra una gran variedad de conductas y donde cada individuo presenta características diferentes, podría representar un reto a la familia la comprensión, adaptación y aceptación del hijo con Autismo.
La noticia de una discapacidad en el seno familiar, será generadora de nuevos cambios y ajustes en el sistema, no solo a nivel parental sino a nivel conyugal, Martínez y Bilbao (2008) refieren que la vida con una persona con autismo puede ser muy dura, puesto que además de las limitaciones propias del trastorno, en muchos casos se presentan problemas del comportamiento que pueden ser difíciles de tratar, generando una convivencia desgastante.
Actualmente y de acuerdo con la OMS (2021) uno de cada 160 niños presenta TEA, lo cual podría indicar que se cuenta con mejores recursos para la detección de Autismo a temprana edad o la hipótesis de suponer que hay más factores que lleven al diagnóstico, factores como las relaciones familiare, pues de acuerdo a la investigación de Prevalencia de Trastorno del Espectro Autista por André, Valdez, Ortiz y Gámez ha habido un incremento significativo de niños diagnosticados (2020), lo cual lleva a cuestionar qué es lo que sucede en la familia de estos niños y cómo el diagnóstico llega a alterar la estructura y dinámica familiar.
Por ello el presente artículo pretende realizar la propuesta de intervenciones terapeúticas desde el modelo familiar sistémico relacional posterior a la recepción de un diagnótico de TEA.
Desde la experiencia en el trabajo con pacientes dentro del Espectro Autista, se ha observado cómo la familia pone gran parte de su energía y atención en el paciente con el trastorno, descuidando otras áreas de vida como los otros hijos (en el caso de haber), la relación de pareja, las relaciones sociales e incluso el contacto con la familia extensa por el supuesto miedo a las reacciones de los demás ante el conocimiento del diagnóstico, pero además por las conductas que presenta el hijo con autismo.
Al comenzar el tratamiento o trabajo terapéutico, generalmente la familia se enfoca en la terapia educativa, de lenguaje y motriz del niño, dejando a un lado los cambios que comienzan a surgir en el sistema familiar, lo cual dificulta el avance del niño.
La necesidades que supone el paciente con Autismo, parecieran que se convierten en prioridad para las figuras paternas, observándose cómo hay una nueva determinación de roles entre los cónyugues, funciones que se otorgan sin un diálogo previo, jerarquías en donde muchas veces mamá e hijo con Autismo se vuelven principales y padre e hijos restantes están debajo de ellos e incluso el hijo con TEA pudiese mantenerse en una jerarquía mayor a los padres, pues si éste se comporta de cierta manera como agresivo y poco tolerante a algunos estímulos, el resto del sistema deberá adecuarse a esto y responder únicamente en torno a las conductas de éste.
Algunas de la preocupaciones de los padres al recibir el diagnóstico pudiesen ser si su hijo:
- Asistirá a la escuela con un sistema escolarizado convencional
- Podrá hablar o comunicarse algún día
- Tendrá demostraciones afectivas
- Logrará una vida independiente
- Podrá tener pareja
- Será posible que tenga trabajo
- El resto de las personas se dará cuenta que es diferente y qué le harán cuando perciban que es distinto
Todas ellas son sumamente válidas, pues se enfrentan ante un panorama totalmente desconocido, sin embargo son éstas mismas preocupaciones las que llevan al sistema a generar una sobre protección del hijo y en algunos casos, podría resultar beneficioso cuando hay un miembro dentro de la familia al que se pueda “responsabilizar” de tener ciertas fallas como la poca comunicación entre padres e hijos, distanciamiento conyugal, mensajes poco claros en la comunicación parental, falta de límites, etc.
Entonces el niño con Autismo se vuelve el síntoma de todo el sistema familiar, pero si el sistema familiar convierte toda conducta en causa del síntoma, cómo podrán recibir los cambios en el ciclo vital de la familia, cuando el síntoma tiene un proceso de aprendizaje y desarrollo diferente a lo neurotípico y cómo es entonces que la misma familia retroalementa el síntoma y por ende, en los procesos terapéuticos del niño cuando hay avances en la comunicación y conductas de la vida diaria muchas veces esos avances se ven saboteados por la misma familia en un miedo de encontrarse nuevamente y saber que el “síntoma” está dejando de ser el foco de atención al cual pueden recurrir cada vez que existe un malestar en la dinámica familiar.
La propuesta es que una vez que la familia recibe el diagnóstico, pueda comenzar un trabajo colaborativo en el que se conjuguen las terapias educativas, de lenguaje y motricidad con el trabajo sistémico relacional de los cambios que suceden en el entorno familiar, esto con sesiones programadas una vez cada mes en las que se citará a la familia sin que se vuelva el espacio terapéutico un momento de moldeamiento conductual desde al diagnóstico del hijo, sino la revisión de las nuevas pautas de conducta adaptadas por la familia a partir del diagnótico y cómo éstas están siendo funcionales para todo el sistema, al mismo tiempo que impulsan los cambios en el paciente con Autismo, sin generar estigma.
Cuando se establece una nueva dinámica en la familia, donde cada miembro tiene un rol establecido y definido desde el alcalce y funcionalidad del mismo, podrá permitir que el ciclo de la familia continue sin convertir al hijo con Autismo en el único síntoma que la familia presenta.
La familia deberá adopatar un nuevo sistema de comunicación, puesto que en la naturaleza del diagnóstico TEA implica una alteración en la comunicación donde los mensajes se exponen de forma diferente y habrá que establecer claridad para que todos los miembros de la familia lo comprendan y “hablen” el mismo lenguaje.
Conclusiones
Crear un proceso sistémico relacional con las familias de un hijo con Autismo pretende desarrollar pautas adpatativas desde el fortalecimiento del sistema conyugal y a su vez poder crear redes de apoyo que puedan ayudar en las tareas de acompañamiento para los hijos.
Poder trabajar con el sistema conyugal y parental permite realizar ajustes en la percepción del diagnóstico y pronóstico, dando herramientas para las nuevas formas de relación desde la autonomía de cada miembro y así poder establecer límites claros y que no lleguen a la rigidez.
La importancia de que todo el sistema familiar conozca y comprenda en qué consiste el Autismo beneficiará principalmente en que todos podrán hablar desde un mismo lenguaje creando mensajes comprensibles.
Referencias
- André, T.G., Valdez Montero, C., Ortiz Féliz, R.E. y Gámez Medina, M.E. (2020).
- Prevalencia del Trastorno del Espectro Autista: una revisión de la literatura[Archivo PDF]. http://www.jovenesenlaciencia.ugto.mx/index.php/jovenesenlaciencia/article/download/3204/2695/10557&usg=AOvVaw3xHuekk4sOrBOjwYNkvsk-
- American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de
- los trastornos mentales DSM-5. Médica Panamericana.
- De Goni Sánchez, A. (2015). LA FAMILIA DEL NIÑO CON TRASTORNO DEL
- ESPECTRO AUTISTA: DE LA DETECCIÓN A LA ACEPTACIÓN [Tesis de Licenciatura]. https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/39668/1/ADRIANA%20DE%20GOÑI.pdf
- Martínez Martin, M.A. y Bilbao León, M.C. (2008). Intervención Psicosocial.
- Acercamiento a la realidad de las familias de personas con autismo, 17(2), 215-230.
- Organización Mundial de la Salud. (19 de septiembre de 2021). Trastornos del Espectro
- Autista. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/autism-spectrum-disorders
Universidad UNIVA, La Piedad, Michoacán.
Datos para citar ese artículo:
Cerda Palacios, Victoria. (2021). Integrando la terapia sistémico relacional para familias con un hijo con autismo. Irradia Terapia México. https://psicologos.mx/integrando-la-terapia-sistemico-relacional-para-familias-con-un-hijo-con-autismo/ [Consultado el ].
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