Y tú, ¿qué harás con el resto de tu vida?
Todo comienza con la noticia del suceso en futuro. El sudor en las manos, la presión arterial elevada, los discursos preestablecidos y ensayados, la cara de seriedad y la tensión estomacal al borde del colapso.
Sí, estamos hablando de las temidísimas comidas familiares.
Y no de las sencillas donde tú mamá y tus hermanos comparten pan contigo. Me refiero a las comidas multitudinarias de 35 a 50 miembros de la familia donde tus cachetes corren el terrible peligro de ser magullados y moreteados por todas tus tías pellizca mejillas.
A todos los empujones, puñetazos en el hombro y palmadas en la espalda por todos tus tíos borrachos y otras tantas heridas clásicas de las fiestas familiares. Claro que, lo más temido no es este dolor físico temporal, no. Lo verdaderamente atemorizante de estas reuniones familiares son las benditas preguntas existenciales.
Son las preguntas que, aunque llevan una buena intención, te ponen a cuestionarte el avance que has tenido con tu vida. Las hay muy variadas: ¿Cuándo te casas?, ¿Qué te ha estado pasando? ¿Cómo conociste a la lagartona esa?, ¿Cuándo nos vas a dar nietos?, ¿Cuándo vas a dejar esa cosa del diseño que nadie se vuelve rico dibujando monitos para comerciales?, ¿Hasta cuándo vas a dejar esa vida de soltero y vas a sentar cabeza?
Pero llega el momento más temido y odiado por todos los jóvenes de todas las generaciones desde las cavernas: ¿Qué vas a hacer de tu vida?
Estas preguntas nos molestan mucho porque nos hacen voltear la luz de nuestra conciencia hacía nosotros mismos, hacia nuestros defectos, nuestras metas y nuestro propósito final en la vida. La mayoría pasamos toda nuestra existencia sin siquiera voltear hacia nosotros mismos con un ojo crítico.
¿Sabes cuál es el propósito de tu vida?
Y el problema no son las indiscretas preguntas de tus tías que quieren verte casado y con hijos antes de morir, el problema reside en que no sabemos exactamente por qué estamos aquí.
Lo más relativamente sencillo de enmarcar como un propósito es la continuidad de la descendencia en un marco social. Es decir, casarse y tener chamacos. No lo digo de manera despectiva, es el acto de responsabilidad más comprometido y complicado. Pero sí es más sencillo desde el punto de vista externo, traducir progreso en la vida con el avance de la célula familiar.
Casi siempre se nos pregunta ¿Qué queremos ser cuando seamos grandes? O ¿A qué quieres dedicarte al terminar la escuela? Pero nunca nadie hace la pregunta de cuál es el propósito de nuestra vida. Y si he podido aprender algo es que la calidad de nuestros pensamientos está determinada por la calidad de las preguntas que nos hacemos. ¿Y qué tal si nos preguntáramos cuál es nuestro el propósito en nuestra vida?
El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida. -Victor Frankl.
Sé que parece un planteamiento de lo más difícil que podemos pensar. ¿Cuál es el propósito de mi vida? Pero no es tan complicado como pareciera ser. Se trata solamente de saber qué es lo que crees que va a hacerte sentir mejor contigo mismo.
Construyendo tu propósito de vida
Por ejemplo, si amas a los animales, abre un refugio para ellos. Habrá obstáculos, habrá economías lastimadas, habrá momentos en que quieras tirar la toalla y mandar a la calle a todos los animales que adoptaste, pero al final del día cuando veas a todos esos animales contentos, alimentados, secos y con un techo donde dormir sentirás esa emoción y esa fortaleza que te da el estar haciendo lo que viniste a hacer en este mundo.
Se trata más que otra cosa de obtener responsabilidad más allá de la que puedes manejar en tu actual estado, se trata de ver una situación que te da miedo y voluntariamente enfrentarla para mejorar tu carácter.
Jordan Peterson, profesor de Psicología clínica en la universidad de Toronto, escritor best seller y uno de los pensadores más influenciadores de nuestros tiempos describe en muchas de sus pláticas, así como en su libro “12 rules for life: an antidote to chaos” (12 reglas para la vida: un antídoto para el caos) que gran parte del problema de los seres humanos es la carencia de un camino claro para la vida.
La vida es difícil y causa una gran cantidad de sufrimiento, no podemos obviar ese hecho. No nos sirve de mucho pensar que en algún momento y bajo ciertas condiciones la vida dejará de ser injusta o complicada.
Pero es en las responsabilidades donde encontramos el significado que necesitamos para sostenernos en nuestra vida. Soportamos mucho más, por ejemplo, cuando tenemos que responder por nuestra familia que cuando andamos solos por la vida. Pero estar solo no es una razón para no tomar responsabilidades.
Peterson comenta que si tomamos voluntariamente más responsabilidades que de una forma u otra ayuden a otros, a la comunidad, a nuestros seres queridos o incluso a nuestro país, encontramos mucho más rápidamente eso que nos motiva a vivir.
A través de un propósito el sufrimiento de la vida se vuelve más tolerable y nuestro carácter se desarrolla y nos vuelve más fuertes. Porque sí, aunque es un hecho que la vida es difícil e injusta nosotros, los humanos, tenemos una increíble capacidad para rebasar ese sufrimiento y no importando quién eres, de dónde vienes y qué crees que eres capaz de hacer, eres mucho, mucho más fuerte de lo que crees que eres, afirma Peterson.
Encontrar tu propósito de vida: un ejemplo
Podemos tomar el ejemplo de Simba en El rey León. Quien huye de sus responsabilidades y de su culpa por haber teóricamente sido responsable por la muerte de su padre. Y aunque vive una vida relativamente relajada, no tiene un propósito en su vida más que Hakuna Matata. Misma que puede ser sostenible por algún tiempo pero finalmente termina por no satisfacerlo del todo.
Una vez que Nala vuelve por él y le confronta con las responsabilidades que tiene, Simba sufre una catarsis representada por la escena de su padre en las nubes donde se da cuenta de que únicamente a través de tomar las responsabilidades de manera voluntaria y con los hombros levantados, logra no sólo cumplir con sus propósitos de vida que eran tomar la responsabilidad que le correspondía y restablecer el orden sino que al cumplir sus propósitos benefició a toda su manada.
Aunque honestamente suene más atractivo el Hakuna Matata, por aquello de “sin preocuparse es como hay que vivir” y comer insectos, es una cura temporal para un padecimiento más profundo.
Simba sólo logra alcanzar su máximo potencial cuando se propuso el bien de su manada y pasó por todos los retos que tuvo que pasar para lograr su propósito en la vida.
Y así es como se encuentra ese propósito. Tomando retos más grandes que nosotros, siendo responsables de aún más de lo que consideramos que podemos ser responsables, porque bajo este nivel de responsabilidad auto asignado es cuando nuestro verdadero propósito emerge y ayuda inclusive a otras personas a mejorar sus vidas.
Y como bono adicional, puedes decirle a tu tía mientras oprime tus mejillas, que has encontrado el sentido profundo de tu vida y que sí, ya sabes qué hacer con tu vida también!
Datos para citar este artículo:
Bracho Herrera, Alberto. (2018). Construye tu propósito de vida… (en vez de buscarlo). Boletín de Consultorio Psicológico Condesa, 11(4). https://psicologos.mx/construye-tu-proposito-de-vida-en-vez-de-buscarlo/.
Josué dice
Hola,
Me gustaría saber si Alberto Bracho Herrera ofrece terapias individuales,
Gracias.
Lucero dice
Me gusto mucho porque puede reflejar a los jóvenes de hoy que el construir su vida no es algo pasajero sino que tienen que esforzarse y comprometerse con su sueño.