Cierto es que tener un adolescente en casa puede ser una etapa complicada y que el confinamiento generado por la pandemia la pudo hacer más difícil pues los cambios en las rutinas obligaron a los adolescentes a adaptar las formas de emplear su tiempo, el uso de la tecnología, la educación a distancia, el home office de mamá y/o papá nos han obligado a modificar nuestra forma de relacionarnos y con ello de manera indudable la dinámica familiar se ha visto envuelta en este vertiginoso cambio de hábitos y formas de comunicarnos entre sí.
El enfoque sistémico considera que cada miembro de la familia interactúa con los demás y se influyen mutuamente. A consecuencia, todo cambio en uno de los miembros repercutirá sobre todo el sistema y provocará cambios en busca de mantener el status o equilibrio que existía puesto que la familia constituye el factor sumamente significativo, es un grupo social natural, que determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior, que se refleja en la protección psico-social de sus miembros y desde el exterior donde se permite la acomodación a una cultura y la transformación de esa cultura (Minuchin, 1974).
A partir de lo anterior podemos decir entonces que los cambios de que atraviesa un adolescente influyen sin lugar a duda en cada uno de los miembros del sistema familiar y por ende modifican la forma en que interactuamos entre sí, es decir tener un adolescente en casa cambiará la “forma” de nuestra familia.
Actualmente en nuestra sociedad “controlar emociones” se ha vuelto un mérito fomentando con ello la baja expresión emocional en muchos de los casos, cuando interactuamos con un adolescente es necesario tener en cuenta sus diferentes áreas de desarrollo: físico, cognitivo, emocional y social, es de suma importancia que los adultos sepamos identificar en qué fase se encuentra el adolescente, tanto a nivel intelectual como emocional, cuáles son sus capacidades básicas, los mensajes que deber recibir del adulto, qué ayudas necesita para poder dar el paso a la siguiente fase, sus gustos, sus preocupaciones, etcétera y promover una sana expresión de las emociones.
El adolescente por naturaleza de su etapa está más centrado en su mundo exterior, hacia sus pares, sus iguales; es esperado que ahora pase a tener mayor independencia, pero sigue necesitando de los adultos y tiene además una necesidad de conflictuar con ellos, ¿por qué? es la fórmula que necesita para adquirir la seguridad y la identidad que necesita.
Dados los cambios en las rutinas y formas de interacción derivados del confinamiento por la pandemia, los adolescentes duermen menos horas de las que deberían, pues en muchos casos han “aprovechado” la noche como su momento de soledad donde no sienten control por parte del adulto para conectarse con la tecnología e interactuar con sus pares; sin embargo éstos hábitos aunado a los cambios propios de la etapa de la adolescencia contribuyen a aumentar sus estados de irritabilidad, estrés y depresión, llegando incluso a afectar el crecimiento del adolescente.
El poder de regenerar
La concepción de la familia, desde un enfoque estructural, se entiende como un sistema que tiene tres elementos específicos, según explica Salvador Minuchin, pionero de la terapia familiar sistémica. En primer lugar, la estructura de una familia es la de un sistema socio cultural abierto en proceso de trasformación.
En segundo lugar, la familia muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto número de etapas que exigen una reestructuración. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro, las familias tienden a crecer, cambiar, y retroalimentarse positivamente, pero no siempre la familia es capaz de adaptarse a los cambios, y es cuando aparecen los síntomas a través de uno de los miembros. (Minuchin 1984).
¿Qué necesito hacer entonces con mi hijo adolescente?
Dentro del grupo familiar se produce una serie de interacciones sociales que, por ser significativas para el sujeto, van a ser interiorizadas y por lo tanto van a influir de manera decisiva en el curso del desarrollo (Arranz y Olabarrieta, 1998)
Cuando nos preguntamos que hacer con nuestros hijos especialmente en la adolescencia, recuerda que es una etapa de cambios, de adaptaciones en y para el sistema familiar tanto como para el adolescente, busca ayuda profesional si consideras que el manejo de tus propias emociones y de tu hijo/ a adolescente se te sale de las manos.
Te comparto algunas consideraciones:
- Promueve con tu hijo una comunicación satisfactoria, entendiendo que la comunicación comienza con la escucha.
Valídale desde lo que es, en primer lugar, y no tanto desde lo que hace. - Desarrolla sus habilidades empáticas, mostrando empatía hacia lo que para él es importante, donde los padres dan a los hijos, y los hijos reciben, no viceversa.
- Dale los límites y normas, con amor y constancia, que necesita para crecer con seguridad y contención.
- Logra que las comidas sean un momento agradable, de tiempo en familia.
- Juega con tus hijos, en familia, no importa la edad. El juego no tiene edad.
- Enséñale a pensar, a tener su propia opinión sobre las cosas, y que esta sea respetada por todos, aunque discrepe de la vuestra.
- Fomenta su motivación con iniciativa, de acuerdo a sus gustos, hobbies, preferencias.
- Hazles entender que sus conductas tienen consecuencias. Avisadas con antelación, proporcionales a lo ocurrido, con efecto a corto plazo, pero que en ningún caso afecten a lo artístico, social y deportivo. En edades tempranas conviene que las consecuencias sean acompañadas y traducidas por el adulto.
- Entiende que el trato que des a tu hijo influirá directamente en su manera de vincularse con otras personas.
- Enséñale a negociar, no a través de la imposición. Permítele lograr cosas a través de sus actos, gestos o palabras.
- Reflexiona sobre la mirada que pones sobre tu hijo. Cómo se sienta mirado por mamá o papá determinará su manera de vincularse en el futuro con otras personas. Transmítele una mirada de amor y alegría.
- Permítete desarrollar otros roles de tu vida además del de ser padre o madre, como por ejemplo de ser pareja, hijo, hermano, amigo, compañero… A veces nos tomamos la parentalidad o maternidad como una carrera profesional, o reto personal, que, aislado, puede ser asfixiante.
- Tienes derecho a equivocarte, pensar en ti, cuidarte, y no sentirte culpable.
- Disfruta de la apasionante labor de ser madre o padre, no es un dicho que “se pasa volando”, es real.
Recuerda que la familia es el grupo donde como individuos obtenemos nuestra mayor fuente de afectos.
“No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana…”
Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia
Referencias bibliográficas:
- Bermejo Boixareu, M. La danza de las emociones familiares: terapia emocional sistémica aplicada con niños, niñas y adolescentes (2a. ed.). Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 2018. p. https://elibro-net.ezproxy.uveg.edu.mx:2048/es/ereader/bibliotecauveg/127792?page=1
- Minuchin, S. Familias y terapia familiar. Barcelona: Editorial Gedisa, 2013. p. https://elibro-net.ezproxy.uveg.edu.mx:2048/es/ereader/bibliotecauveg/61060?page=94
- Salud mental de las y los adolescentes ante el COVID-19. (s/f). Unicef.org. Recuperado el 22 de septiembre de 2021, de https://www.unicef.org/mexico/salud-mental-de-las-y-los-adolescentes-ante-el-covid-19
Docente: Dr. Robert Eugene Martínez Frías
Alumna: Marisol Razo Aranda
Materia: Reflexiones Sobre el estilo terapéutico. Foro de actualidad en Terapia Familiar
Periodo: Otoño 2021
Datos para citar este artículo:
Razo Aranda, Marisol. (2021). Adolescencia y pandemia ¿Qué hacer con mi adolescente?. Boletín de Consultorio Psicológico Condesa, 14(4). https://psicologos.mx/adolescencia-y-pandemia-que-hacer-con-mi-adolescente/.
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