En el presente artículo se expone, desde una reflexión teórica, la importancia de generar un contrato de pareja dentro de la relación matrimonial, por medio de una concepción postmoderna que toma como base el construccionismo social y la importancia que da el contexto en el que se desenvuelven los miembros de la pareja y como la construcción social afecta el comportamiento individual interfiriendo en los acuerdos de relación.
¿Alguna vez has notado como las parejas realizan actividades que parecen formar parte de un acuerdo del matrimonio, sin embargo, estas actividades terminan siendo motivo de conflicto constante entre ellos?
La pareja al conformarse da por sentado que ambas partes se conocen solo por el hecho de formar un vínculo matrimonial, inclusive actúan como si se diera por sentado que comparten una conexión psíquica que les permite saber lo que el otro piensa o necesita, lo que actúa como un limitante para generar conversaciones que indaguen sobre cuales son aquellas metas o cambios que han surgido en la persona, lo que con el tiempo genera conductas que salen de lo cotidiano y al no estar en la dinámica de la pareja se convierten en un motivo de conflicto, dichas conductas van desde un nuevo pasatiempo, una salida con viejos amigos o incluso el tomar una decisión por el bien del matrimonio que correspondía a ambas partes.
Toda esta situación podría ser evitada si antes del matrimonio se nos enseñara a construir los acuerdos de lo que sí o no puede hacer cada uno de los miembros en la relación, creándose así un contrato que con el tiempo vaya modificándose y evolucionando en conjunto con la pareja.
En toda relación de pareja existen diferencias que nacen ante la ausencia de diversos acuerdos que deben ser planteados desde el inicio de la relación. Este contrato individual de la pareja, a diferencia del contrato matrimonial, no está escrito ni tiene cláusulas que conlleven a un compromiso legal en ambas partes, sino que, contiene apartados que abarcan todo lo referente a sentimientos, necesidades, actividades y relaciones (Sagger, 2009).
Siendo esta dinámica contractual un determinante de la dinámica individual dentro del matrimonio y por ende de calidad de la relación.
Un contrato de pareja suele ser entonces un enlistado de acuerdos no hablados que afectan la relación, por lo que son un foco constante de atención dentro del consultorio y deben ser externalizados para ayudar a mejorar la dinámica de la relación.
Es común que cada miembro de la pareja actúe bajo contratos distintos e incongruentes. Esta diferencia viene remarcada por el origen cultural, las expectativas de rol a desempeñar para los hombres y mujeres, el conflicto intrapsíquico sobre las necesidades y deseos personales.
Se puede clasificar la conciencia que tiene cada uno de los cónyuges con respecto a su contrato de pareja con base al nivel de comunicación que hay entre las partes.
Primero se encuentran las pautas expresadas, las cuales abarcan todas las expectativas comunicadas entre la pareja; en segundo lugar están los acuerdos conscientes y no expresados en donde entran las creencias, planes y fantasías que a diferencia del primer nivel no se han comunicado de forma verbal por diferentes motivos, ya sea por temor a que sean rechazados o por el hecho de que generaran ira en el otro; y en tercer lugar se encuentran las no conscientes, que se refiere a lo que no se habla por ser contradictorio a las ideas de la pareja, manteniéndose como cláusulas ocultas.
Esta clasificación nos permite ver cómo es la dinámica en los acuerdos y la comunicación de los miembros, puede ser modificable dependiendo la necesidad de la interacción de pareja y a los cambios de su ciclo vital.
Por otro lado, Fina Sanz propone clasificar el contrato de pareja como consensuado y no consensuado.
En el primero se menciona que es en donde la pareja establece su tipo particular de contrato y determinan acuerdos, ya que las cosas funcionan porque ambos comparten lo pactado; en el segundo se inicia la relación y cada uno de los miembros de la pareja tiene el deseo de que la otra parte ceda, acepte y cambie.
Por consiguiente, se genera tensión en la relación de convivencia cuando se siente la frustración porque no se produce el cambio que se espera (Sanz, 2020).
El orden social define parte de las reglas y delimita el camino de la relación en lo que es aceptado y lo que se reprueba socialmente, ejemplo de ello es que en este marco el hombre ocupa una posición de mayor poder y cumplirá la función de proveedor, mientras que la mujer se convierte en figura afectiva y de cuidado.
Por ello, la construcción social es un referente importante para tomar en cuenta al formar las pautas de los acuerdos de la relación, pues es el medio en el que se desarrolló cada miembro de la pareja un factor que influye en la manera de percibir y actuar de cada persona.
La narración del consultante expresa la forma en que vive, siente y visualiza su propia situación. Gergen propone que esta visión relacional de autoconcepto no viene de la concepción del yo como una estructura cognitiva privada y personal, sino como un discurso acerca del yo en el desempeño de los lenguajes disponibles en la esfera pública y las relaciones en curso (Gergen K. , 2007).
Sobre esta base, el terapeuta y consultante entablan una relación de cooperación en la que construyen significados que trascienden la crisis del momento.
En la consulta los relatos de pareja abordados se centran en las deficiencias que tiene el otro, sus formas inadecuadas de actuar o comunicar, lo que se hace mal o lo que se ha dejado de hacer, enfocándose en el otro más que en sí mismo, esta postura hace que el otro haga lo mismo impidiendo así una comunicación efectiva que permita generar convenios dentro de la relación, volviendo la misma una situación en la cual se busca tener el poder sobre el otro para no asumir la responsabilidad de la crisis que está viviendo la pareja.
Utilizando dicha narrativa y los temas que son abordados en la consulta, podemos generar entonces un contrato de pareja estable que ayude a generar armonización en la pareja y llegar a acuerdos consensuados dentro de la convivencia.
Gergen propone que en el espacio terapéutico se ha de lograr la exploración generativa de diversos significados, entonces la terapia funciona como un medio para una construcción o sustitución narrativa, llevando un proceso social más amplio de generación de significados (Gergen K. , 1996).
Entonces, nuestro trabajo como terapeutas se convierte en ser un sistema de mediación para la pareja, en la cual por medio de la narrativa que utilizan los miembros ayudemos a externalizar los acuerdos que no han podido ser nombrados y, al mismo tiempo que se regula el conflicto, se hace presente la nomenclatura de cada uno de los acuerdos, los cuales se deben pactar e incluso traer a la realidad por medio de un escrito que permita su consulta las veces que sea necesario para así generar una mejora en la relación las veces que se amerite.
Cada arreglo en el contrato se convierte así en una transacción marital que nos ayuda a determinar y aclarar conductas, proporcionándonos un foco para organizar una terapia eficaz dentro del matrimonio.
Bibliografía
- Gergen, K. (2007). Construccionismo Social aportes para el dabate y la practica. Bogota: Ediciones Uniandes.
- Gergen, K. J. (1996). Realidades y Relaciones Aproximaciones a la construcción social. Barcelona: Paidos.
- Sagger, C. J. (2009). Contrato matrimonial y Terapia de Pareja. España: Amorrortu Editores.
- Sanz, F. (2020). La pareja, un proyecto de amor. España: Kairos.
Asesor: Dr. Robert Eugene Martínez Frías
Datos para citar este artículo:
Guerrero Muñoz, Ramón de Jesús. (2021). Construcción del contrato de pareja en el matrimonio por medio de la narración. Boletín de Consultorio Psicológico Condesa, 14(3). https://psicologos.mx/construccion-del-contrato-de-pareja-en-el-matrimonio-narracion/.
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