Título original: “El self que crea y es creado en el contacto. Teoría clásica de la psicoterapia Gestalt1.” Con intervenciones de Philip Lichtenberg2.
Lo que me gustaría ofrecer aquí es mi viaje a la búsqueda del cómo y del por qué nace la psicoterapia de la Gestalt: lo que ha empujado a los fundadores a tratar, a mediados del siglo XX, nuevas soluciones a la problemática de la psicoterapia, y a lo que se ha derivado de sus respuestas. Me voy a referir, principalmente, al libro: Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana, de Frederick Perls, Ralph Hefferline y Paul Goodman (1951/1994, trad. esp. 20023). Me va a acompañar en este recorrido mi colega Philip Lichtenberg, con comentarios dialogales que, de algún modo, sirven de contrapeso a mis teorizaciones, haciendo que este capítulo sea un testimonio único.
Si Fritz y Laura Perls han desarrollado las ideas que llevaron a fundar la psicoterapia de la Gestalt (fundamentalmente resumidas en el libro de F. Perls, Yo, hambre y agresión, 1942, trad. esp. 2008), debemos a Paul Goodman la redacción de la mayor parte del material teórico del libro de referencia, basado en el pensamiento original de Perls, como se discutió y se desarrolló en el grupo original de los fundadores en New York. No soy testigo de aquel tiempo, simplemente me he enamorado de la psicoterapia de la Gestalt cuando era estudiante (en 1974), y, desde ese momento, me he dedicado a la búsqueda de respuestas debido a las muchas preguntas que me he hecho. En este capítulo, voy a tratar de compartir, de algún modo, lo que he aprendido sobre los orígenes y los elementos de fondo de esta teoría.
Si hace 50 años, el movimiento New Age sostenía el crecimiento personal como un modo de liberarse del modelo autoritario de la cultura de aquel momento, y por lo tanto, nuestro enfoque se centraba en el crecimiento personal y en la libertad de los esquemas culturales, actualmente, en la era post-modema, los modelos contemporáneos de la psicoterapia de la Gestalt se centran en diversos aspectos de los fenómenos relacionales y del campo, que constituyen la única realidad experiencial en la que se puede encontrar una verdad temporal.
Para comprender el pensamiento original de nuestros fundadores, la novedad que este enfoque introduce en el ámbito de la psicoterapia y de la cultura, las consecuencias para la práctica clínica y algunas líneas actuales del desarrollo teórico, os voy a guiar a través de cuatro senderos.
El primer sendero se refiere a una pregunta metodológica: “¿Cómo leer el libro fundamental de la psicoterapia de la Gestalt?” (al cual nos vamos a referir como Teoría y práctica de la Terapia Gestalt4), Este libro es tan complejo que no se puede leer de un modo “inocente”; hay un método.
El segundo sendero se refiere a las novedades del enfoque psicológico de los fundadores en sus primerísimas discusiones, las preguntas que se plantearon y sus respuestas provisionales, El tercer sendero nos va a decir cómo estas respuestas se han desarrollado en el transcurso de la discusión, cómo se han visto teñidas por el genio de Paul Goodman, y cómo han sido, finalmente, transcritas y publicadas en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt.
Finalmente, en el cuarto sendero, voy a presentar dos desarrollos teóricos que son, epistemológicamente, coherentes con la teoría original: la dimensión del tiempo en la comprensión del proceso de contacto y mi punto de vista sobre lo que se ha llamado el “entre”.
Philip Lichtemberg
Me gusta lo que has escrito y estoy de acuerdo con todo lo que dices, No obstante, tengo una perspectiva ligeramente diferente sobre algunas problemáticas que has propuesto, Te la plantearé más adelante. Voy a insertarme en tu discurso para dialogar y crear el clima de enseñar/aprender que caracteriza nuestro enfoque.
1. Primer sendero de la terapia gestalt: “encontrar” el libro – Un argumento de metodología
El libro básico de nuestro enfoque: Teoría y práctica de la Terapia Gestalt, es un libro extraño, difícil de comprender en términos de categorías claras y racionales. Por otra parte, es muy evocativo e intelectualmente estimulante: empuja al lector a la reflexión y a la característica de generar ideas. Este efecto no está ligado a ningún factor cultural, generacional ni geográfico, es actual para el lector de hace 50 años así como para el lector de nuestro tiempo. Por eso, a este libro se le llama, generalmente, la “biblia” de los terapeutas gestálticos5.
Está escrito en un estilo difícil, que hace imposible introyectarlo o engullirlo sin ninguna crítica. Como los mismos autores han escrito: “vamos a emplear un método de argumentación que a primera vista puede parecer abusivo, pero esto es inevitable y representa, en sí mismo, un ejercicio del enfoque gestáltico” (Perls, tí al. 1994, p. 20, trad. esp, 26).
De este modo, llamaron a este método “contextual” y afirmaron que lo habían concebido para superar las principales dicotomías neuróticas (cuerpo y mente, self y mundo externo, emocional y real, infantil y maduro, biológico y cultural, poesía y prosa, espontáneo y deliberado, personal y social, amor y agresividad, inconsciencia y consciencia).
El objetivo del libro, por lo tanto, es crear un experimento para el lector en el mismo momento en el que lee, con el objetivo de ayudar al lector a comprobar cómo los términos anteriores no son dicotomías, sino parte de una estructura figura/fondo.
Cuando introduzco a mis estudiantes a Teoría y práctica de la Terapia Gestalt, les aconsejo que se dejen fascinar por el texto, y de que no traten de comprenderlo de un modo esquemático. La belleza del libro reside en su capacidad de estimular el pensamiento creativo. Por este motivo, sugiero a los alumnos que no “estudien” el libro al principio de la formación, momento en el que tratan de buscar certezas, sino que se acerquen a él en un modo relajado, para disfrutar de la curiosidad hacia lo que más fascina del libro. A veces, les digo que tengan una copia en la mesilla de noche, cerca de la cama, y leer, libremente, algún fragmento al final del día.
A menudo, este tipo de lectura es muy potente: son atraídos por completo por el libro y se entusiasman, se sienten vitales, como si hubiesen encontrado un nuevo modo de ver las cosas que han estado viendo siempre.
El libro Teoría y práctica de la Terapia Gestalt anima a los lectores a un proceso hermenéutico, como han observado los propios autores. Según Sichera (2001, p, 19): “El texto se desarrolla en una serie de círculos concéntricos que empujan al lector a tomar una postura activa, más que pasiva. El conocimiento del texto (como cualquier conocimiento auténtico del otro) es un punto de partida y un punto de llegada al mismo tiempo. Los hechos se captan durante un momento e, inmediatamente después, surgen de nuevo las preguntas, de una manera circular, que hace que se cree una relación con el libro (la que se define como la lógica hermenéutica de la circularidad). De vez en cuando, parece que las contradicciones se han puesto de una forma intencionada en el centro del texto, como una manera de atestiguar la apertura necesaria de cualquier reflexión auténtica”.
Philip Lichtenberg
Sí, el volumen de Goodman6 en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt es difícil de leer y no es fácil de introyectar. Es verdad en parte, esto es debido al hecho de que se les pide que pongan la teoría por encima de la experiencia. Pero hay otra razón que hay que tener en cuenta. He enseñado en un grupo de estudio del texto los últimos siete años, más o menos, con encuentros mensuales de dos horas. Hemos analizado, por lo tanto el 80% del libro, porque en cada uno de los encuentros abordábamos uno o más párrafos, hasta un máximo de tres páginas. He descubierto que una razón importante, no siempre suficientemente reconocida, es que el libro, por una parte critica el psicoanálisis, por la otra se basa, con mucha fuerza, sobre una variante del psicoanálisis. Nos hemos centrado mucho en la parte crítica y no lo suficiente en el aspecto evolutivo de esa teoría. Goodman se estaba refiriendo a Fenichel, el líder de los psicoanalistas (políticamente) radicales y fue decididamente humillado por esto, pero aprendió mucho. Yo he puesto en evidencia la versión radical del psicoanálisis, que surge de una de las dos psicologías que se han desarrollado en paralelo con los escritos de Freud, a lo largo de toda su carrera. Pocos lectores del libro conocen suficientemente bien el psicoanálisis, especialmente en su versión radical, y esto hace que la teoría del libro resulte difícil. En mis respuestas tomaré en consideración algunos aspectos de esa teoría7.’
2. Segundo sendero: la novedad introducida por los fundadores – Sus preguntas
He oído muchas historias sobre los primeros encuentros de los fundadores, Isadore From me contaba que los miembros del grupo eran, todos ellos, muy cultos y conocían bien el psicoanálisis. Me contaba también anécdotas sobre el modo desestructurante que caracterizaba a su búsqueda intelectual. Richard Kitzler (1999b) recuerda el tono informal, pero también práctico, de aquellos encuentros.
Los miembros llevaban al grupo sus propios problemas (como por ejemplo Shapiro que, al dirigir una escuela en un barrio marginal, quería ayudar a sus alumnos a funcionar mejor en la sociedad). El grupo valoraba la opinión de algunos freudianos disidentes, como Wilhelm Reich, y utilizaba el método del role-playing para discutir problemas clínicos partiendo de la perspectiva de campo fenómenológico: “hacer” de paciente, de hecho, les permitía mantenerse con la experiencia del campo.
Lo que empujaba a los fundadores a la búsqueda era la necesidad de revisar el psicoanálisis (el principal modelo de psicoterapia en aquel tiempo) en un mundo que, después de la Segunda Guerra Mundial, había cambiado radicalmente. “Masticando” la filosofía moderna, integraron las nuevas, ricas y estimulantes perspectivas ofrecidas no solo por los psicoanalistas disidentes (como Karen Horney, Otto Rank, y Wilhelm Reich), como las de la fenomenología, integrada como un modo nuevo de observar la experiencia humana.
Trataban de comprender si para superar ciertos límites era necesario “inventar” un nuevo modelo, o si bastaba con trabajar a un metanivel clínico. En otras palabras, más que indagar en lo que no funcionaba en los modelos clínicos (en concreto, en los analíticos y post-analíticos), investigaban sobre lo que, desde un análisis fenomenológico, se mostraba eficaz en las acciones terapéuticas que tenían éxito. Ciertamente, los fundadores no aceptaban sin crítica las ideas de sus colegas contemporáneos, más bien estaban abiertos a las ideas que pudieran aportar una clave de lectura de la normalidad, de la regulación espontánea del organismo y de la relación curativa entre el ser humano y la naturaleza y entre el individuo y el grupo social. Su sueño era construir un modelo teórico que estuviera de acuerdo con la espontaneidad del funcionamiento humano, evitando desvitalizarlo en el proceso. Eran conscientes del hecho de que sus teorías eran una abstracción necesaria, un manuscrito basado en la lógica del proceso, que exactamente por este motivo les permitía conservar y respetar al completo la espontaneidad de la vida.
Los fundadores se distanciaron así del modo común de teorizar y de hacer investigación: se movieron de la observación de lo negativo a la focalización en lo positivo, consiguiendo un cambio revolucionario desde un punto de vista epistemológico. De hecho, considerar lo que un individuo hace como la mejor solución posible, es lo opuesto a mirar lo que hace en términos de coherencia con un “deber” universal. Creer en lo que llamamos “auto-regulación del campo organismo/entorno” significa mirar el mundo a través de la lente del proceso en lugar de con la norma de conseguirlo. En lugar de ocuparse de lo que no funciona y aportar los instrumentos para volver a colocar las vivencias en “la normalidad”, podemos mirar “cómo” el organismo y el ambiente entran en interacción, e integran su estar juntos con un proceso de auto-regulación, Esto lleva a la superación de la perspectiva dicotómica (sano/enfermo, bueno/malo, individual/social, etc.), a favor de una perspectiva fenomenológica y relacional.
Los fundadores escribieron: “Este libro trata de estudiar e interpretar una serie de dicotomías neuróticas muy básicas de la teoría, para llegar a una teoría del self y de su acción creativa. A partir de los problemas de la percepción y de la realidad primarias, vamos a continuar con las consideraciones sobre el desarrollo humano y el lenguaje” (Perls, et al, 1994, p. 17, trad. esp. p. 22).
El método que utilizaron para indagar la realidad y las respuestas a las que llegaron son coherentes con este principio fundamental de estar con lo que funciona y evoluciona, con lo que es, más que caer en la trampa de la categorización de la realidad, y de establecer lo que debería o no debería ser, Goodman se refirió a una máxima aristotélica, cuando afirmó que “el criterio de evaluación surge en el acto en sí mismo y es, finalmente, el acto en sí mismo como totalidad” (ibídem, p, 66, trad. esp., p. 81).
Philip Lichtemberg
En su versión radical, Freud concibió la consciencia, el ello, el yo, etc., como organizaciones que siendo no solo internas son también socio-relacionales. De hecho, consideró no solo los impulsos sino también las percepciones como integraciones de la consciencia. Por consiguiente, desarrolló el ello y el yo como principios organizativos que incluyen temas no solo internos sino también sociales. El psicoanálisis conservador veía, por el contrario, al ello como meramente interno y lo oponía al yo. No veía cómo ambos se refieren al hecho de que todos los impulsos están conectados los unos a los otros y con el mundo
externo. El ello, ya sea en su forma psicoanalítica más avanzada como en la psicoterapia Gestalt, se ve como el estimulador del fondo, tanto desde el interior del organismo como del entorno. Ya sea el organismo o el entorno pueden representar el factor estimulante inicial, y los dos están conectados en la formación de la figura.Goodman (1994) estableció una diferencia entre fe y seguridad en el modo como una persona vive el presente: o plenamente presente y vital o repitiendo el pasado —lo que ya se ha conseguido—. “Aceptando el interés y el objeto, ejerce su agresión, se siente estimulado por el conflicto y se desarrolla gracias a él, gane o pierda. No está aferrado a lo que podría perder ya que sabe que cambia, y se identifica ya con lo que va a venir. Esta actitud se acompaña de una emoción que es el contrario de la sensación de seguridad, precisamente, la fe. Absorbido en la actividad real, no trata de proteger el fondo, sino que saca la energía de allí. Tiene fe en el hecho de que este fondo se mostrará adecuado” (p. 134: trad. esp., p. 166). En psicoanálisis, Ferenczi propone una idea similar con el concepto de “omnipotencia mágica”; T. Benedek la llamó “confianza”; E. Erikson se refiere a esto con su “confianza básica”; y yo la he llamado “expectativa confiada”.
Margherita Spagnuolo Lobb
Leyendo tu nota, Philip, tengo la impresión de que estás convencido de que la Terapia Gestalt no ha dicho nada nuevo de lo que tú llamas psicoanálisis radical ¿Es así? Si es así, me pregunto;¿tu objetivo es demostrar que la teoría de la Terapia Gestalt, de verdad, no dice nada relevante, o criticas una falta de desarrollo de una base prominente de la Terapia Gestalt?
Philip Uchtenberg
Creo que la Terapia Gestalt había desarrollado alguna idea básica, partiendo de la plataforma del psicoanálisis radical, pero no diferenciándose específicamente de ella. Por lo tanto, hay cosas nuevas y cosas ya dichas. Ni el psicoanálisis ni la Terapia Gestalt han desarrollado lo suficiente el tema de la “confianza” o de la “fe”, un aspecto que yo he desarrollado. La teoría es una mezcla de las dos, y sobre todo, es estimulante. Es una función de la personalidad, la “rapidez” o la “postura” de Goodman, y lo que he definido como “disposición”.
3. Tercer sendero: las líneas teóricas
¿Cuáles fueron los resultados de las búsquedas de los fundadores? Fundamentalmente afirmaron que la vida puede ser observada solamente en la frontera de contacto, en la experiencia organísmica del entrar en y retirarse del contacto con el entorno. La teoría que está en la base de nuestro enfoque se puede presentar de muchas maneras; elijo aquí cinco líneas teóricas:
- el campo organismo/entorno;
- el self;
- la experiencia del contacto-retirada del contacto;
- las perturbaciones del funcionamiento del self;
- el objetivo de la psicoterapia.
3.1. El campo organismo/entorno en la terapia gestalt
La expresión “campo organismo/entorno” es una de las más recurrentes y significativas del texto Teoría y práctica de la Terapia Gestalt. Es obvia la influencia de la teoría de campo de Kurt Lewin en los fundadores, aunque se distanciaron implícitamente cuando, en lugar de centrarse en un campo de fuerzas, eligieron hacerlo en el hecho de hacer contacto y retirarse de él como proceso entre el organismo y su entorno (Perls et al, 1994, p, 4, trad. esp. p. 5; Cavaleri, 2001), concibiendo la relación entre organismo y entorno no solo a nivel antropológico sino también socio-político. La interacción entre organismo y entorno es evidentemente una matriz antropológica, con referencias al evolucionismo darwiniano. De hecho, el organismo animal humano es considerado como el resultado de una respuesta evolutiva al entorno (Wheeler, 2006), y por lo tanto, la interacción entre organismo y entorno está implícita en la matriz misma de la evolución.
El concepto mismo de autorregulación del organismo (Goldstein, 1939) está estrechamente ligado a la evolución de la especie. La intuición de Fritz y Laura Perls (Perls, 1947/1969a) sobre el desarrollo infantil y el concepto de la agresión dental se basa en una teoría que ve la naturaleza humana capaz de autorregularse, una teoría, seguramente, más positiva que la concepción mecanicista que prevalecía en la teoría freudiana a principios del siglo veinte. El grupo que fundó la psicoterapia Gestalt quería, en efecto, mostrar que las necesidades individuales no podían ser consideradas aisladas de las reglas sociales (Spagnuolo Lobb et al, 1996).
La perspectiva de campo de la psicoterapia Gestalt nos invita a no pensar de un modo dicotómico. Por ejemplo, si en una pareja, uno de los miembros de la pareja se aburre, podemos ver el fenómeno de un modo lineal, atribuyendo el aburrimiento al individuo que la experimenta. Pero también podemos ver el mismo fenómeno desde una perspectiva de campo, en el que quien siente el aburrimiento es quien, de algún modo, está reaccionando al aburrimiento que forma parte de ese campo. Podemos centrar nuestra atención a cómo los dos miembros de la pareja se relacionan con el aburrimiento. El aburrimiento está en el campo, se crea en y a su vez está creando el campo. Preguntas típicas de la perspectiva de campo podrían ser: “¿Cómo vive cada uno el aburrimiento con respecto a ser una pareja, con respecto al deseo de estar juntos y a la sensación de que esto fracasa?”.
Entonces, ¿qué es “el campo” para los psicoterapeutas gestálticos? ¿Es la percepción personal del propio entorno? ¿Cuál es la diferencia entre pensar en términos de campo organismo/entorno y en términos de sistema?
En primer lugar es necesario decir que nos estamos refiriendo a un concepto de campo fenomenológico, por lo tanto experiencial, que sin embrago no es una realidad meramente subjetiva. En la perspectiva de campo se puede pensar en la percepción como un “producto relacional”, estrechamente ligado a la plenitud de la concentración de los individuos implicados en la frontera de contacto. De este modo, se puede tomar no solo lo que está dentro sino también lo que está fuera —ya sean las necesidades o las vivencias del self, o las peticiones y las condiciones del entorno—. Una peculiaridad de nuestra teoría es que el self es considerado en voz media entre el organismo y el entorno y, por lo tanto en una posición exquisitamente relacional8.
Durante algún tiempo, hemos podido observar una tendencia general a acercar el concepto de campo en la psicoterapia gestáltica a la definición de “sistema”. Aunque la teoría sistémica ofrezca la seguridad de la estructura formal, esta no puede por sí sola hacer justicia de las posibilidades creativas generadas por la perspectiva del campo fenomenológico, de estar en la frontera de lo desconocido, con todas las inseguridades y los miedos, así como las posibilidades de abrirse a la esperanza que el hecho de estar en el proceso reconoce a la naturaleza humana. El campo en la psicoterapia gestáltica es un proceso, no un sistema (Hodges, 1997), y también es el modo de nuestro enfoque de resolver la diatriba entre subjetivo y objetivo, ya que la subjetividad plena coincide con la presencia de la objetividad.
Cuanto más presente esté el individuo en el “entre”, más participa en el campo, más contribuye su presencia a crear las condiciones del campo. A su vez, cuanto más hacia dentro, más introvertido, atrapado por el proceso intrapsíquico, y por lo tanto distraído de la frontera de contacto, menos está participando de las condiciones del campo y a sus creaciones. Solo con la presencia plena en la frontera de contacto es posible, para la psicoterapia gestáltica, resolver los problemas específicos de las relaciones humanas.
3.2. El self como proceso, función y acontecimiento del contacto
Lo que lleva al grupo fundador a crear una nueva teoría del self fue una debilidad en la teoría psicoanalítica del yo: “En la literatura psicoanalítica, el capítulo más débil es claramente el de la teoría del self o del yo” (Perls et al, 1994, p. 24, trad. esp. p. 32).
El self, el eje en el que todos los enfoques psicoterapéuticos se basan, es concebido en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt como la capacidad del organismo de hacer contacto con el propio entorno —de un modo espontáneo, deliberado y creativo—. La función del self es la de contactar con el entorno (en nuestra terminología, el “como” de la naturaleza humana).
La perspectiva de “self como función” todavía es única entre las teorías de la personalidad y de la psicoterapia. La teoría de la psicoterapia gestáltica estudia el self como una función del campo organismo-entorno en contacto, no como una estructura o instancia psíquica. Este enfoque se basa no tanto en un rechazo de contenido o de la estructura, sino simplemente en la convicción de que la tarea de quien estudia la naturaleza humana es la de observar los criterios que producen la espontaneidad, no los criterios que tienden a esquematizar el comportamiento humano.
¿Qué quiere decir que el self, en cuanto función, expresa una capacidad o un proceso? Retomando el ejemplo del capítulo 1, del recién nacido que mama, el recién nacido sabe mamar, La capacidad que tiene el recién nacido de mamar (y posteriormente, de morder, masticar, estar sentado, mantenerse en pie, caminar, etc.) le lleva al contacto con el mundo y sostiene su espontaneidad. Si se le prohibiera al bebé mamar (o morder, o masticar, o mantenerse en pie, o caminar, etc.), lo debe compensar haciendo algo distinto para hacer contacto, intentando un ajuste creativo a la situación. Por ejemplo, si el niño recibe leche en mal estado o se le castiga cuando trata de gatear, o de estar de pie, o de caminar, se ve influido significativamente por esta experiencia. No obstante, la Terapia Gestalt no está interesada en el juicio sobre la calidad de la leche o sobre el comportamiento de los padres, sino que se centra en cómo reacciona el niño. Esto permite mirar cómo el organismo puede ser sostenido para recuperar su funcionamiento espontáneo, que para nosotros es el objetivo y la tarea de la vida: el contacto realizado mediante diversas habilidades.
Lo que ayuda a los pacientes a recuperar su espontaneidad no es, simplemente, saber lo que no ha estado bien o no ha sido bueno, sino también experimentar nuevas posibilidades de hacer contacto o recuperar su capacidad de hacer un nuevo ajuste creativo de manera espontánea —una nueva organización de la experiencia del campo organismo-entorno—.
3.2.1. Las tres funciones del self
Una vez definido el self como el sistema complejo de los contactos necesarios para el ajuste en un campo difícil, los autores de Teoría y práctica de la Terapia Gestalt identificaron determinadas “estructuras especiales” que crea el self “para metas especiales” (Perls etd, 1994, pp. 156-157, trad. esp. pp. 195-196). Estas estructuras son grupos de experiencia alrededor de los cuales se organizan los aspectos específicos del self Aunque en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt se utilicen términos psicoanalíticos (en concreto el ello, el yo), tomados prestados, como dicen los propios autores, del lenguaje psicológico vigente, son descritos en términos experienciales y fenomenológicos, como una capacidad de funcionamiento integrado en el contexto holístico de la experiencia que constituye el self.
Esta incongruencia epistemológica genera confusión. Por una parte, en lugar de sustituir estos términos por otros más experienciales, el desarrollo teórico reciente de la psicoterapia gestáltica se orienta a poner en el fondo estas estructuras parciales de la experiencia del self para centrarse, en su lugar, en otros procesos como la co-creación de la frontera de contacto. El ello, el yo y la personalidad son, simplemente, tres de las muchas estructuras experienciales posibles, están puestas como ejemplos de la capacidad de la persona de relacionarse con el mundo. El ello es el fondo sensorio-motor de la experiencia, percibido “como si” estuviera “dentro de la piel”, la personalidad es concebida como la asimilación de los contactos anteriores, y el yo como el motor que mueve las dos funciones anteriores y que determina lo que pertenece y lo que rechaza. Vamos a examinar ahora estas tres funciones parciales del self.
3.2.1.1 La función ello del self
La función ello se define como la capacidad del organismo de hacer contacto con el entorno mediante:
- el fondo de la experiencia sensorio-motora de los contactos asimilados;
- las necesidades fisiológicas;
- las experiencias y las sensaciones corporales que son percibidas como si estuvieran “dentro de la piel” (incluidas las situaciones abiertas del pasado) (Perls et al, 1994, pp. 156-157, trad. esp. pp. 195-196).
a) El fondo de la experiencia sensorio-motora de los contactos asimilados. Los distintos capítulos de Teoría y práctica de la Terapia Gestalt presentan varias definiciones del contacto que, a veces, parecen entrar en conflicto entre ellas. Por ejemplo, el hacer contacto es descrito como una actividad constante del self (siendo el self un contacto continuo con el entorno), pero también se le describe como una experiencia significativa capaz de cambiar los ajustes anteriores del self. Entonces, ¿qué es el contacto? ¿Es como la experiencia de estar sentado en una silla (en la que una parte del cuerpo está en contacto con la silla) o algo como hacer el amor por primera vez con toda la plenitud del propio ser con una persona que amamos profundamente? Encontramos en el texto fundador dos tipos de contacto: el contacto asimilado y el contacto que trae la novedad, y que conduce al crecimiento.
En general no tenemos ninguna necesidad de controlar, cuando estamos sentados, si la silla es lo suficientemente fuerte para sostenernos o si debemos reconstruir toda la serie de coordinaciones propioceptivas y motoras que nos permiten estar sentados. Sin embargo, con un acontecimiento desestructurante, como una silla que oscila o que se rompe, reactivaría nuestro self a la frontera de contacto entre nuestro cuerpo y la silla. Estar sentado en la silla incluye la experiencia del fondo (que no tenemos necesidad de reactivar como figura) adquirida en los contactos anteriores y convertida en “dada por descontado”.
En el inicio de la vida, el individuo debe aprender todo, y cada cosa es una novedad para experimentar, desestructurar y asimilar. El recién nacido experimenta una relación entre el llorar y la llegada de la madre (o la ausencia de que llegue), por ejemplo, y aprende a regular la propia sensación interna del tiempo. Cuando la madre no responde, puede experimentar la angustia del abandono. El fondo sensorio-motor de los contactos asimilados, entonces, pertenece a las adquisiciones específicas relativas a la complejidad del desarrollo psicofísico (Kepner, 1993; Frank, 2001).
b) Las necesidades fisiológicas. En el contexto de la teoría y y de la psicoterapia gestáltica, según la cual, el self es una función del campo, las necesidades fisiológicas constituyen la excitación del self que provienen del organismo. El self puede ser activado a partir de una excitación externa (generada porque surge una necesidad o de un acontecimiento fisiológico), o por influencia extema (por parte de un acontecimiento del entorno). Esta distinción existe todavía, a veces, en nuestra mente, en cuanto que el self es una función del campo, un proceso integrado en el que un elemento del entorno puede estimular un acontecimiento fisiológico, del mismo modo en que un acontecimiento fisiológico puede estimular la percepción de una parte del campo anteriormente no percibida. Por ejemplo, ver una fuente mientras caminamos bajo un sol abrasador puede recordar la sed, del mismo modo que la sed nos activa la búsqueda del agua en el entorno. Estas dinámicas perceptivas y relacionales fueron originalmente identificadas por los teóricos de la psicología de la Gestalt (Kóhler, 1940; 1947; Kofika, 1935).
c) La experiencia corporal y lo que se experimenta como si fuese “dentro de la piel”. Este tercer aspecto de la función ello sintetiza los dos anteriores, y aporta una sensación de integración en la experiencia de la confianza básica (o la falta de ella) en el hecho de hacer contacto con el entorno. Esto refleja la delicada relación entre el auto-apoyo y el apoyo del entorno, entre la sensación de plenitud interior y la sensación de que se puede confiar en el entorno. Las dos experiencias están unidas: cuanto más se siente la posibilidad de fiarse del entorno, más se experimenta una plenitud interna como relajación de la angustia o de los deseos fisiológicos. Y lo contrario: cuanto más seguro se siente uno internamente, es más posible y funcional confiar en el mundo.
Laura Perls estaba especialmente atenta a esta interconexión en el trabajo clínico. Su atención a la postura y al aspecto de los pacientes le permitía modular la intervención al tener en cuenta la sensación de auto-apoyo que deriva de la relación con el apoyo del entorno (L. Perls, 1976). Isadore From, por otra parte, relacionó la experiencia psicótica a una fuerte ansiedad que caracteriza el hecho de hacer contacto a través de esta experiencia del self. Para los psicóticos, la experiencia de lo que se percibe como “dentro de la piel” es altamente ansiógena (más importante todavía) y se percibe como indiferenciada o confusa con respecto a lo que está “fuera de la piel”. En otras palabras, en la perturbación psicótica vemos la falta de percepción de la frontera entre lo interno y lo externo (cfr, Spagnuolo Lobb, 2003a).
3.2.1.2. La función personalidad
La función personalidad expresa la capacidad del self de hacer contacto con el entorno sobre la base de en lo que se ha convertido. “La personalidad es el sistema de actitudes asumido en las relaciones interpersonales (…) sustancialmente es una réplica verbal del self” (Perls et al. 1994, p. 160, trad. esp. p. 200). Por lo tanto, la función personalidad se expresa a partir de la pregunta: “¿Quién soy?”. Es el marco de referencia para las actitudes básicas del individuo (Bloom, 1997). Contrariamente a lo que se podría inferir si se hace un paralelismo con las teorías psicodinámicas, la función personalidad no representa un aspecto normativo de la estructura psíquica, la función personalidad expresa la capacidad de hacer contacto con el entorno con base en una definición dada del self. Por ejemplo, si pienso que soy tímido o inhibido, establezco una relación completamente distinta con mi entorno con respecto a otra persona que se define como valiente y extrovertida. Este concepto hace alusión al “mí” empírico de G. H. Mead (1934), cuya teoría influyó a Paul Goodman (cfr. Kitzler, 2007). La función personalidad, de hecho, considera el modo como creamos nuestros roles sociales (por ejemplo, nos convertimos en estudiante, en padre, etc.), asimilamos los contactos anteriores y nos adaptamos creativamente a los cambios impuestos por el crecimiento.
Por lo tanto, uno de los aspectos fundamentales que el terapeuta debe mirar con atención es el funcionamiento del self a nivel de la función personalidad. Por ejemplo, ¿un niño de 8 años utiliza espontáneamente el lenguaje a su edad? Si se expresa con un lenguaje adulto, se podría considerar este hecho (en cuanto a la modalidad de contactar con el entorno) como la expresión de una perturbación de la función personalidad. Lo mismo se puede decir de una mujer de 40 años que habla como una adolescente de 16, o de una madre que se comporta con sus hijos como una amiga o una hermana, o de un estudiante que actúa como un profesor, y obviamente, de un paciente que se define como una persona que no necesita ayuda.
3.2.1.3. La función yo
La función yo expresa una capacidad diferente del self-en-contacto: la capacidad de identificarse o de alienarse a partir del entorno (esto es para mí, esto no es para mí), el poder de querer y de decidir lo que caracteriza la unicidad de las elecciones individuales.
Es la voluntad en cuanto se refiere a poder, en el sentido del modo de pensar de Otto Rank (1941, p. 50), que se organiza autónomamente, y que no es ni un impulso biológico ni una presión social, sino que constituye, sobre todo, la expresión creativa de toda la persona (Müller, 1991, p. 45).
Por lo tanto, la función yo interviene en el proceso de ajuste creativo haciendo elecciones, identificándose con alguna parte del campo y alienándose de otras, El yo es la función del self que da al individuo la sensación de estar activo y deliberado. El self espontáneamente, ejerce esta intencionalidad y la desarrolla con fuerza, consciencia, excitación, y capacidad para crear nuevas figuras. “Es deliberado, en voz activa, sensorialmente alerta, agresivo en el plano motor, y consciente de que es él mismo en cuanto que aislado de la situación” (Perls et al. 1994, p. 157; trad. esp. p. 196). Según Teoría y práctica de la Terapia Gestalt, estas son exactamente las características que nos inducen a pensar en el yo como en un agente de la experiencia. Y una vez que hemos creado esta abstracción, ya no pensamos más en el entorno como siendo un polo de la experiencia, sino sobre todo como en un mundo externo distante; así terminamos por ver, de este modo, el yo y el entorno no como partes dicotómicas de un único acontecimiento.
La función yo actúa con base en las informaciones que provienen de las otras estructuras del self. La capacidad de decidir espontáneamente se ejerce en armonía con la capacidad de contactar el entorno a través de lo que se percibe como si estuviera “dentro de la piel” (función ello) y a través de la pregunta “¿quién soy?” (función personalidad). Es la capacidad de introyectar, proyectar, retroflectar y de establecer un contacto pleno.
Un ejemplo clínico puede ser útil. Una emoción que, normalmente, se experimenta como un fenómeno unitario se puede describir según las distintas funciones del self. Según la función ello cuando se experimenta la emoción, se perciben los músculos relajados o tensos y se experimenta la respiración como libre y abierta o constreñida. La función personalidad define la emoción como una parte del self (“soy el tipo de persona que siente estas emociones”). La función yo permite el desarrollo de la excitación unido a la emoción; por ejemplo, introyectando (definiendo la experiencia como “estoy emocionado, esto va bien”); o proyectando (notando la excitación también en el entorno, por ejemplo diciendo algo del tipo de “puedo ver que también otras personas están emocionadas”); o retroflectando (evitando el contacto pleno con el entorno, rechazando o volviendo la energía hacia uno mismo, por ejemplo: “quiero manejar esta experiencia solo”).
Los fundadores describen estas funciones del yo no solo como la capacidad de hacer contacto sino también como resistencias a hacer contacto (pérdida de las funciones-yo). Este doble uso de los mismos términos (para los procesos espontáneos como para los patológicos) muestra una coherencia con los principios epistemológicos de la psicoterapia gestáltica, que no hace ninguna separación entre los procesos sanos y los patológicos. También puede llevar a confusión el hecho de que los mismos términos se utilicen tanto para describir la normalidad como para describir la patología, si no se aprende plenamente la epistemología del proceso y fenomenológica de la teoría del self gestáltica.
Philip Lichtemberg
Con respecto a la función yo hay una ambigüedad en la teoría de la Terapia Gestalt. Isadore From hablaba de la necesidad de crear un “Yo” distinto y un “Tú” distinto en el hacer contacto. Es necesario no solo considerar el identificarse-con y el alienarse-de lo que hay (o no hay) para uno mismo, sino también ayudar al otro a identificar y alienar lo que hay (o no hay) para él o ella.
¿Somos responsables, por lo tanto, no solo de nosotros mismos sino también de poner al otro en condiciones de volverse abierto y real? ¿Somos, entonces, los agentes de las identificaciones y las alienaciones, o también, funciones del otro que a su vez influye en quiénes somos nosotros y qué queremos?
Margherita Spagnuolo Lobb
Creo que Isadore ha sido el primero que ha subrayado la perspectiva social del yo y de las otras funciones del self en la práctica clínica. Su teoría se centraba mucho en la perspectiva relacional (el concepto de frontera de contacto) y en la perspectiva del campo (el concepto de situación), presentes las dos en el primer9 volumen de Teoría y práctica de la Terapia Gestalt (1994). Por ejemplo, enseñaba a los terapeutas gestálticos su teoría relacional sobre los sueños, los lapsus, etc., que podemos sintetizar con la pregunta: “¿ Cómo he contribuido a tu narración de este sueño ?”Este aspecto social del self estaba incluido esencialmente en la teoría freudiana, seguramente no era una figura evidente en ese método, sino que fue desarrollado más tarde por los discípulos “disidentes”, cuando el medio cultural estaba más abierto hacia la relacionalidad.
Philip Lichtemberg
Permanece una cierta ambigüedad entre la perspectiva de Friti y la de Isadore de crear un “Yo” y un “Tú” distintos. Para Pritz, la persona es responsable exclusivamente de sí misma (como ha sido obvio más tarde en su “oración gestáltica”), mientras que en el enfoque de Isadore la persona es responsable del hecho de que el otro desarrolle su propio ser indistinto. Ya sea el psicoanálisis radical como la Terapia Gestalt implican un aspecto social en la práctica clínica.
3.3. La experiencia del contacto-retirada-del-contacto
La atención al proceso de la psicoterapia de la Gestalt nos lleva a mirar la experiencia del contacto y cómo se desarrolla, considerando, por lo tanto, la dimensión del tiempo.
Se está en estado de relajación y hay muchos intereses posibles, todos aceptados y todos ligeramente vagos. El self es una “gestalt débil”, Entonces, un interés se hace dominante, y las fuerzas se movilizan espontáneamente, algunas imágenes se intensifican y las respuestas motoras se inician. En esta etapa, mucho más a menudo, algunas exclusiones y algunas elecciones deliberadas son igualmente necesarias, […] Esto significa que se le imponen limitaciones al funcionamiento total del self y que las identificaciones y alienaciones actúan en función de estos límites. […] Por último, en el apogeo de la excitación, la actitud deliberada se relaja y la satisfacción es, de nuevo, espontánea (Perls et al, 1997, pP.185-186,trad.esp.pp.l96)
El self está definido como el proceso de contacto y retirada del contacto. Es el proceso con el que el self se expande hasta la frontera de contacto con el entorno y, después de la plenitud del encuentro, se retira. La experiencia del contacto está descrita siguiendo cuatro fases (pre-contacto, torna de contacto, contacto final, post-contacto), cada una de ellas con un acento distinto en la dinámica figura/fondo.
A la activación del self se la llama pre-contacto, el momento en el que surgen las excitaciones que han iniciado el proceso figura/ fondo. Vamos a tomar el ejemplo del hambre como ejemplo del desarrollo del self. En el pre-contacto el cuerpo es percibido como fondo mientras que la excitación (la necesidad del hambre) es la figura.
En la fase siguiente, la de la toma de contacto, el self se expande hacia la frontera de contacto con el entorno, siguiendo la excitación que, en una subfase de orientación, lo lleva a explorar el entorno a la búsqueda de un objeto o de una serie de posibilidades (alimento, distintos tipos de alimento). El objeto deseado ahora se convierte en figura, mientras que la necesidad o el deseo inicial se convierte en fondo. En una segunda subfase de manipulación, el self “manipula” el entorno, eligiendo algunas posibilidades y rechazando otras (elige, por ejemplo, un alimento apetecible, caliente, blando, rico en proteínas), eligiendo algunas partes del entorno y superando los obstáculos (la búsqueda activa de un lugar —restaurante, pastelería, casa de comidas— donde debe poder encontrar el alimento elegido).
En la tercera fase, el contacto final, el objetivo final, el contacto se convierte en la figura, mientras que el entorno y el cuerpo constituyen el fondo. Todo el self está implicado en el acto espontáneo de contactar con el entorno, la consciencia inmediata (awareness) está al máximo, el self está plenamente presente en la frontera de contacto con el entorno (el alimento es masticado, saboreado, degustado), y la habilidad de elegir se relaja porque ya no hay nada que escoger en aquel momento. Es en esta fase en la que tiene lugar el intercambio nutriente con el entorno, con la novedad. Esta, una vez asimilada, va a contribuir al crecimiento del organismo.
En la última fase, del post-contacto, el self disminuye para dejar al organismo la posibilidad de digerir la novedad conseguida, e integrarla, de un modo no consciente, en la estructura pre-existente.
El proceso de asimilación es siempre no consciente e involuntario (como la digestión). Puede hacerse consciente en la medida en la que hay una perturbación. El self, por lo tanto, en general, disminuye en esta fase, retirándose de la frontera de contacto.
Claramente, este ejemplo no puede hacer justicia a la complejidad del sistema de los contactos del self, que están en continua acción a distintos niveles y constituyen la experiencia presente del individuo. Podemos leer un libro (contacto mental) estando tumbados en una hamaca (contacto descontado, a menos que la hamaca no se adapte, mientras escuchamos el canto de los pájaros (contacto acústico), y olemos el perfume de las flores (contacto olfativo), dejándose caldear al calor del sol (contacto cinestésico). En este sistema complejo de los contactos, sea como sea, el organismo está prioritariamente centrado en uno de los sentidos, el que elige y con el que se identifica para el crecimiento. Se puede estar leyendo un libro, si la necesidad que surge está ligada al crecimiento mental, escuchar el canto de los pájaros si este contacto acústico evoca emociones y pensamientos importantes en ese momento, o cualquier otra cosa.
En este punto es bueno admitir que un límite importante de la teoría de la experiencia del contacto desarrollada en el libro fundador (Perls et al, 1951) es la falta de diferenciación entre el entorno humano y el no humano (cfr. Robine, 2006). La originalidad más significativa de esta teoría consiste en considerar el contacto desde la perspectiva del “entre”, de la frontera de contacto. Un desarrollo absolutamente necesario es la especificación de la diferencia entre el planteamiento de un entorno (no humano), que no reacciona, y el de un entorno (humano) que reacciona a la creatividad del individuo, igualmente de un modo creativo. Como subraya Wheeler (2000b), una homologación así hace referencia a una perspectiva centrada en el individuo más que en el acto de co-construir el contacto. Este es el growing edge [el límite del crecimiento], la frontera de la evolución, y el reto de la teoría de la experiencia de contacto actualmente.
Philip Lichtemberg
Respecto al contacto-retirada-de-contacto, tengo reflexiones que me gustaría compartir. Creo que nuestro concepto del proceso de contacto-retirada-del contacto deriva del que Freud en los inicios de su carrera, llamó “experiencia de la satisfacción” que influyó en muchos conceptos posteriores de su desarrollo teórico.
Margherita Spagnuolo Lobb
Debemos considerar que Freud ha vivido en otra época, con categorías culturales distintas. El concepto de “experiencia del contacto-retirada-de-contacto” es una declinación clínica del movimiento filosófico iniciado alrededor de 1920 cuando la propia idea de verdad absoluta se cuestionó por parte de las diferentes corrientes culturales, como el existencialismo, y el concepto de
experiencia se convierte en figura para los investigadores fenomenológicos, La teoría del proceso de contacto y retirada fue el resultado de un movimiento de largo alcance en la cultura y en la sociedad. Cada teórico expresa las ideas de su propio tiempo.Philip Lichtemberg
Freud estaba bastante adelantado a su tiempo cuando decía las cosas buenas y formaba, exactamente, parte de su tiempo cuando no decía cosas buenas. Goodman encontró la parte avanzada de Freud.
3.4. Las perturbaciones del funcionamiento del self. Psicopatología y diagnóstico en la terapia gestalt
“Un error grande es ya un acto creativo, y debe permitir resolver un problema importante en quien lo sostiene” (Perls el al, 1994, pp. 20-21, trad. esp, 2002, pág. 27). La primera pregunta que nos planteamos en relación al tema de la psicopatología es: “¿Cómo podemos hablar de psicopatología en Terapia Gestalt?” (Robine, 1989). La comprensión básica de las resistencias como ajustes creativos nos lleva a pensar en la psicopatología de un modo especial. Creemos que cada síntoma o comportamiento generalmente definido como patológico es un ajuste creativo de la persona en una situación difícil. La mencionada pérdida de la función-yo son elecciones creativas para evitar el crecimiento de la excitación durante las diferentes fases de la experiencia de contacto con el entorno. Esa excitación, no pudiendo ser apoyada, podría ser una experiencia de ansiedad (cfr. capítulo 1).
Las interrupciones habituales del contacto llevan acumuladas situaciones incompletas (la espontaneidad interrumpida lleva a gestalts abiertas y a situaciones incompletas), que, en consecuencia, continúan interrumpiendo otros procesos de contacto significativo.
La ansiedad que acompaña a la interrupción primaria del contacto (que, con el hecho de que se repiten las situaciones, se convierte en habitual) es la consecuencia de una excitación que no ha tenido suficiente apoyo de oxígeno (respiración adecuada) a nivel fisiológico y de respuesta por parte del entorno a nivel social (Spagnuolo Lobb, 2001a, 2001b). Este tipo de excitación no puede conducir al organismo al desarrollo espontáneo del self en la frontera de contacto. La retroflexión es la interrupción más frecuente que observa el terapeuta en el paciente. Hay que “pelar la cebolla”, como decía Perls, para llegar a la interrupción primaria.
Muchos nos estamos preguntando, especialmente en el New York Institute for Gestalt Therapy, qué es lo que se bloquea, en el caso de las interrupciones descritas en el libro de Perls et al (1994, pp. 228-239, trad. esp. pp. 282-295). ¿Se bloquea el contacto? ¿Y cómo es posible que se bloquee el contacto si el contacto existe siempre? ¿Entonces qué es lo que se bloquea? Mi respuesta es que se bloquea la espontaneidad con la que se hace contacto, no el contacto en sí (Spagnuolo Lobb, 2001e). El contacto, de hecho, sucede en cualquier caso, es la cualidad lo que cambia haciéndolo menos espontáneo y portador de ansiedad.
La espontaneidad es la cualidad que acompaña al estar plenamente presentes en la frontera de contacto, con la consciencia de sí mismo, en el uso pleno de los propios sentidos. Esta es la condición para ver al otro claramente. Un bailarín que se mueve espontáneamente baila con gracia pero sin saber qué pie mueve en primer lugar. Cuando la espontaneidad se interrumpe (el bailarín podría tener miedo a no mover los pies en el momento justo), la excitación se convierte en ansiedad de evitación (bailar se vuelve difícil; la intencionalidad se desarrolla por caminos complejos y distorsiona (el self-que-baila se convierte, por ejemplo, en el self que-mira-quien-baila); y el contactar tiene lugar con ansiedad (de lo que se es consciente) y tiene lugar a través de introyectar, proyectar, retroflectar, del egotismo o de la confluencia.
Tomando otro ejemplo, si una chica siente espontáneamente el deseo de abrazar a su papá y se encuentra con su frialdad, interrumpe este movimiento espontáneo pero no bloquea la intencionalidad de contactar a su padre. La excitación de “quiero abrazarlo” se bloquea en un movimiento de inspiración (retiene la respiración) y, sin estar sostenida por el oxígeno, se convierte en ansiedad. Para evitar esta ansiedad, la chica aprende a hacer otra cosa, y la olvida. Lo que se hace es establecer un contacto a través de los estilos de interrupción o de resistencia a la espontaneidad como:
- Introyectar: el desarrollo de la excitación se interrumpe a través del uso de una regla o de una definición prematura (por ejemplo, “no debes de ser expansiva” o “no se abraza a los papas”).
- Proyectar: el desarrollo de la excitación se interrumpe desapropiándosela y atribuyéndola al entorno (por ejemplo, “mi padre me rechaza” o “mi expansividad debe de estar mal para él”).
- Retroflectar: el desarrollo de la excitación se interrumpe volviéndola contra uno mismo, en lugar de dejar que esta lleve al contacto plenamente con el entorno (por ejemplo, “no tengo ganas, y no me va bien abrazarlo”).
- Egotismo: el contacto con el entorno tiene lugar pero acaba muy rápido, antes de que la novedad que lleva consigo el entorno se contacte y asimile (por ejemplo, la chica abraza al padre pero no experimenta la novedad de este acontecimiento, y se dice a sí misma: “sabía que abrazarlo no iba a ser nada nuevo para mí”).
- Confluencia: la excitación de la chica no se desarrolla porque el proceso de diferenciación del organismo con el entorno ni siquiera se inicia (por ejemplo, toma la frialdad del padre como una actitud suya y no piensa ni siquiera en la posibilidad de abrazarlo).
Además de considerar las “pérdidas de la función-yo”, debemos preguntarnos si están, prioritariamente, perturbadas o la función-personalidad o la función-ello. Cuando hay una perturbación en la función-personalidad, una rigidez o ansiedad hacia una novedad en el campo que tiene que ver con las relaciones sociales, se perturba el contacto y el yo pierde alguna capacidad. Un ejemplo podría ser el convertirse en madre, que requiere no solo un cambio biológico sino también un cambio en las relaciones sociales (ser madre de un hijo). Lo que parece nuevo está definido como “no para mí” en la función-yo (ya que falta el apoyo de la función-personalidad) que no puede adaptarse a los cambios en las relaciones sociales o a los valores culturales, o al lenguaje presentado en la situación actual, Junto a la función-ello, que organiza las sensaciones percibidas, las perturbaciones de la función-personalidad contribuyen a la pérdida del funcionamiento del yo y están en la base de las perturbaciones neuróticas.
Por el contrario, el caso de las psicosis es una perturbación grave de la función-ello: el fondo de las seguridades que provienen de los contactos asimilados falta y el yo no puede ejercer la capacidad de deliberar sobre este fondo, el contactar está dominado por las sensaciones que invaden un self —podríamos decir— “sin piel”.
Todo lo que sucede fuera se experimenta, potencialmente, como si ocurriese también dentro: el self se mueve sin la percepción clara de las fronteras con el entorno (confluencia), en un estado en el que todo es novedad ansiógena (no se puede estar seguro de que no habrá un terremoto en pocos segundos) y nada es asimilable (porque nada se puede reconocer como diferente, como nuevo). Esta experiencia perturbada de la función-ello se puede ver en la respiración y en la postura, en el modo en el que el paciente mira a los otros y, en general, en el modo en el que se relaciona, así como en el lenguaje que utiliza.
El cuerpo y el lenguaje son, en efecto, por este motivo el instrumento más importante para el terapeuta que utiliza una lectura fenomenológica, Por ejemplo, un paciente podría definir la propia experiencia diciendo: “Tu voz me ha entrado en el cerebro”, o también: “Aquel vaso de agua me ha destruido el estómago”, o también: “No era el protagonista de la película el que sangraba, era yo, pero se veía en la pantalla”, o también: “Cuando sonríes respiro mejor”.
Estos ejemplos nos recuerdan la estrecha conexión percibida entre lo externo y lo interno en el caso de estructuras de la experiencia psicóticas y la necesidad de tenerlas en cuenta en la intervención terapéutica (Spagnuolo Lobb, 2002b, 2003a).
Profundizaré el diagnóstico gestáltico en el capítulo 3, dedicado a ese tema, El objetivo de este párrafo es solamente definir la epistemología de la psicopatología y del diagnóstico gestáltico10.
3.5. El objetivo de la psicoterapia: del egotismo a la creatividad relacional
Entre las pérdidas de la función-yo, Goodman incluye el egotismo, una estructura neurótica posteriormente ignorada o devaluada, ya sea por la poca definición que encontramos de ella en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt, ya sea porque, incuestionablemente, es provocadora: “A falta de una palabra mejor, vamos a llamar a esta actitud “egotismo”, ya que la preocupación final se refiere a las fronteras y a la identidad propias, más que a lo que se ha contactado” (Perls et al, 1994, p. 236 ss, trad. esp. pág. 292-294).
El egotismo es la interrupción del contacto que la función-yo desarrolla en la fase final, en el momento culminante de la experiencia de contacto. Tiene lugar cuando se debería hacer un intercambio entre el organismo y el entorno y todas las capacidades volitivas deberían estar relajadas. En lugar de esto, el yo mantiene el control, evitando así alterarse con la novedad del entorno. La persona es consciente de todo y, a menudo, tiene algo que decir sobre todo.
“El ejemplo típico es el esfuerzo por mantener la erección e impedir el desarrollo espontáneo del orgasmo. Por este medio, el individuo comprueba su potencia, que “puede”, y consigue la satisfacción [secundaria]… Evita las sorpresas del entorno,., buscando aislarse a sí mismo como única realidad” (Perls et al, 1994, p. 237, trad. esp. pág. 293).
El egotismo, por lo tanto, tiene que ver con no dejarse ir hacia el entorno o con no fiarse de la novedad vital contenida en el entorno.
Isadore From decía muy a menudo que el egotismo es la enfermedad que los psicoterapeutas (“incluso los psicoterapeutas gestálticos”, añadía irónicamente) transmiten a sus pacientes cuando les creen capaces de saber todo sobre sí mismos pero no hacen que sean capaces de sumergirse en la vida. “Esta metamorfosis es la neurosis del psicoanalizado: el paciente comprende perfectamente su carácter y encuentra que sus “problemas” son lo que debe asimilar por encima de cualquier otra cosa, y estará tratando de asimilar sin fin este tipo de problemas, ya que sin espontaneidad y sin correr riesgos ante lo desconocido, no va a asimilar nunca ni el análisis ni el resto de las otras cosas” (Perls et al, 1994, p. 237, trad. esp. pág. 294). El egotista podría ser el paciente “curado” que ha aprendido todo sobre sus propias interrupciones, incluso cómo evitarlas, pero que todavía no es capaz de estar en la plenitud de la vida, de aceptar el riesgo que supone fiarse del otro/entorno y dejar que el contacto espontáneo tenga lugar.
El concepto de egotismo representaba un concepto de frontera para este nuevo enfoque, por cuanto hacía surgir una pregunta sobre el objetivo de la terapia: ¿esta tiene que ver con el reconducir al paciente a los parámetros de la “normalidad”, o incluye aspectos más complejos? En el primer caso deberemos aceptar que el egotista es un paciente “curado”, ya que tiene el control y la consciencia de su propia vida. Y si este es el objetivo de la psicoterapia, deberemos considerar “sano” un mundo hecho de personas aburridas que tienen siempre algo que decir sobre todo pero que no consiguen desarrollarse con espontaneidad. Por lo tanto, el concepto de egotismo nos lleva de nuevo al reto inicial que aceptaron los fundadores cuando crearon un modelo fenomenológico de psicoterapia que pudiera sostener la espontaneidad del organismo que se encuentra con su entorno, un objetivo que implica tareas más complejas.
El egotista se asegura de “que las posibilidades del fondo están verdaderamente agotadas, que ya no hay miedo a ningún peligro o sorpresa, antes de comprometerse consigo mismo” (Perls et al, 1994, p. 237, trad, esp. pág. 293). En este punto, la psicoterapia debe plantearse dos preguntas importantes. La primera es: ¿la tarea del psicoterapeuta consiste en sostener la consciencia de ser (hacer todo lo que es ser yo, como ha sugerido Freud) o más bien ayudar a los pacientes a reapropiarse de su espontaneidad en el contactar el entorno?
La segunda: ¿la psicoterapia es una pura intervención técnica, un arte clínico separado, o implica un estilo de vida y una actitud social en quien la aplica, esto es, en el psicoterapeuta?
Para la psicoterapia gestáltica, el objetivo de la cura no es, con seguridad, la consciencia de sí mismo, sino la espontaneidad en el contactar con el otro, el dejarse ir a la espontaneidad del contacto que es la base de la creatividad.
Darle a la psicoterapia la tarea de restaurar el darse cuenta [awaneress] espontáneo (como algo distinto de la consciencia [consciousness]) en el contactar con el entorno significa dar espacio y confianza a la creatividad que es natural para el organismo humano en relación, en lugar de dar espacio y confianza a las reglas preestablecías del vivir social. Este contacto espontáneo es la base de un vivir social que integra la creatividad individual y las reglas sociales (Spagnuolo Lobb et al, 1996). Por esta razón, considerar el egotismo como una de las pérdidas de la función-yo representa o una innovación o un efecto cultural y político importante de la psicoterapia.
Por lo que respecta a la segunda pregunta, atender al egotismo como una resistencia que hay que curar define de algún modo el papel del psicoterapeuta. De hecho, estamos interesados en la relación con el paciente y creemos que esta relación es el lugar en el que tiene lugar la cura. No pretendemos saber todo sobre el otro o sobre nosotros; en lugar de esto, utilizamos nuestro saber como fondo de nuestra relación con el paciente.
Si el self en la psicoterapia gestáltica está epistemológicamente fundado en el respeto a la integridad y a la espontaneidad de la vida, entonces este principio debe de ser válido en la relación terapéutica y el terapeuta debe integrarlo en su propio modo de vivir.
Philip Lichtemberg
Tanto Freud como Goodman resolvieron la dialéctica de definir y perderse a sí mismos (en el contacto) con una unidad más amplia del self (en el contacto final), en el que todo es figura y tanto el cuerpo como el otro no son diferentes. A lo largo de estas líneas, creo que el self disminuye en el contacto final, como sugiere Goodman, no en el post-contacto. Perdemos el self en la separación cuando convergemos con el otro -o con el alimento u otros nutrientes que necesitamos-. El egotismo, entonces, sería el resultado de la ansiedad del contacto final, la no voluntad de avanzar hacia la confluencia sana, cuando se convierte uno en parte de algo más grande que un self aislado.
Margherita Spagnuolo Lobb
¿Cómo explicas, entonces, la retrofiexión?
Philip Lichtemberg
No es un problema con la retrofiexión en mi análisis de la dialéctica entre definir y perder el self.
Margherita Spagnuolo Lobb
Quizás podrías explicar el último punto sobre el egotismo y sobre la retrofiexión. Lo que tú defines como egotismo yo lo defino como retrofiexión (una pérdida de la función-yo en el momento del contacto pleno); el egotismo tiene lugar, en mi opinión, un poco más adelante, cuando se ha hecho el contacto y la novedad que lleva el entorno/otro no se asimila por el organismo de forma que pueda ser desestructurado. Por lo tanto, el crecimiento no puede tener lugar ya que la novedad no es asimilada. Goodman escribe que el egotista lo sabe todo pero permanece sin vitalidad. La persona está aburrida: criticando al psicoanálisis, los fundadores afirman que el psicoanalizado lo sabe todo pero no es capaz de cambiar su propia vida.
4. Cuarto camino: desarrollos teóricos recientes
En los últimos años, muchos teóricos han añadido nuevos conceptos, manteniendo la coherencia con la teoría de la psicoterapia gestáltica. La fascinación de nuestro enfoque es tan cautivadora que nos puede hacer olvidar la perspectiva específica de nuestra referencia epistemológica. Los desarrollos de la teoría de la psicoterapia gestáltica se convierten en nuestro “talón de Aquiles” si no están alineados con la epistemología original. Entre las múltiples posibilidades creativas del desarrollo desde nuestra raíces, me gustaría citar como ejemplos los desarrollos de dos aspectos fundamentales de las enseñanzas de Isadore From: a) la dimensión del tiempo en el proceso de contacto, y b) la perspectiva del “entre”.
4.1. La dimensión del tiempo en el proceso de contacto
El concepto del tiempo en la experiencia del contacto-retirada-del-contacto no está definido claramente en Teoría y práctica de la Terapia Gestalt. Específicamente, no está claro si las cuatro fases del contacto-retirada expresan el desarrollo posible de la experiencia de contacto, dejando así espacio a la eventualidad de que no se desarrollen siempre en cada experiencia de contacto, o si, simplemente, por el hecho de que la experiencia tiene un desarrollo cronológico, la dimensión del tiempo en la experiencia de contacto debe de ser comprendida en el sentido heideggeriano11, implicando un significado ligado a la intencionalidad propia de cada una de las fases del proceso.
Isadore From ha enseñado la teoría del contacto con base en esta perspectiva fenomenológica: cualquier comportamiento del paciente se debe comprender en el contexto de la secuencia de su modo de hacer contacto; y el hecho de que el paciente diga una frase o tenga un comportamiento al principio de la sesión, nos hace comprender de qué energía (cuál intencionalidad de contacto) esa frase o ese gesto están cargados.
Por ejemplo, si consideramos el significado relacional del proceso terapéutico, cada frase que el paciente dice tiene un significado en el contexto del tiempo (Salonia, 1992). Un mensaje del paciente del tipo “siento ansiedad” adquiere un significado diferente según la fase temporal de la sesión en la que se ha pronunciado.
En la primera fase, podría expresar miedo de empezar la interacción; en la segunda fase, miedo de ser dominado por la tensión que gradualmente surge; en la fase central, el miedo de ir más al fondo y de dejarse ir; y hacia el final de la sesión, el miedo puede surgir del contacto. Lejos de ser un modo predeterminado de entender al paciente, el colocar el mensaje del paciente en el contexto temporal permite captar de un modo más seguro los significados relaciónales de sus comunicaciones (Spagnolo Lobb, 2003 b).
Todos los psicoterapeutas, por ejemplo, han comprendido que algunos pacientes empiezan a hablar de cosas importantes durante los últimos minutos de la sesión, mientras que otros empiezan incluso antes de sentarse. Un paciente que llega a la primera sesión e inmediatamente le cuenta al terapeuta los aspectos más íntimos de su problema está claramente evitando la experiencia del pre-contacto con el entorno (probablemente porque le crea ansiedad).
Por lo tanto, podríamos decir que la ansiedad que el paciente siente en el precontacto no le permite desarrollar espontáneamente el proceso de contacto. El paciente crea soluciones que, mediante la pérdida de la función-yo, le permiten no sentir ansiedad.
Un instrumento diagnóstico y clínico fundamental para el terapeuta gestáltico es rastrear en qué fase del contacto el paciente siente ansiedad e interrumpe el contacto con el terapeuta (cfr. Spagnuolo Lobb, 2003a).
4.2. La experiencia creativa del “entre”
Una corriente reciente, en vías de desarrollo, se refiere al corazón social de la psicoterapia gestáltica, la experiencia del “entre” —esto es, el espacio experiencial entre el yo y el tú, o entre la experiencia interna y la influencia del entorno— y los aspectos relacionales de la terapia, que se pueden definir como “la co-creación del campo”. Además de mis contribuciones sobre el tema (Spagnuolo Lobb, 2003b; 2009e), otros colegas han escrito extensamente sobre la teoría de campo y sobre la “Gestalt relacional”: por citar solamente a algunos, Malcolm Parlett (2005) y Gary Yontef (2005), Lynne Jacobs (1995), Gordon Wheeler (2000b), Peter Philippson (2001). Aquí me voy a limitar a comentar la relación entre este aspecto y el modelo clásico de la teoría del self.
Coherente con el pensamiento fenomenológico, la Terapia Gestalt afirma que no podemos conocer la “realidad” en sí misma sino solamente la parte de la que tenemos la experiencia en el aquí y ahora —en otras palabras, la experiencia del contacto y de la retirada con el entorno—. Para la epistemología gestáltica, el contacto es un acontecimiento de la frontera en continua evolución, que el terapeuta gestáltico mira como un proceso de intencionalidad relacional.
El contacto se forma en el sitio en el que el yo y el tú llegan a una nueva verdad, una momentánea configuración armónica que inmediatamente deja el sitio a otra figura. La habilidad de estar en el inaferrable equilibrio del momento y de experimentar la inseguridad de la verdad momentánea de la relación es una cualidad típica del terapeuta gestáltico. El método gestáltico deja que las cosas sucedan, una creación siempre nueva de soluciones adecuadas en el aquí y ahora de la situación terapéutica, con la condición de que el self de cada individuo esté presente en la frontera de contacto.
Cambiar del paradigma intrapsíquico al del “entre” implica que el terapeuta se vea a sí mismo y al paciente no como entidades separadas sino como una totalidad dialogal —el paciente en diálogo con el terapeuta/el terapeuta en diálogo con el paciente—. Cada comunicación por parte del paciente se inscribe y recibe significado de la gestalt de las percepciones recíprocas, en la que se expresa la intencionalidad relacional.
Un ejemplo puede aclarar esto. Un paciente dice; “Siento una tensión en el estómago, no sé.., es como si estuviera enfadado”. El terapeuta que utiliza un enfoque intrapsíquico se va a orientar para tratar de comprender de qué experiencia pasada proviene esa rabia, de qué o con quién el paciente está enfadado, etc. Sus palabras van a ser del tipo; “Concéntrate en tu cuerpo y mira a qué te recuerda está sensación”.
Si en lugar de esto, el terapeuta utiliza el paradigma del “entre”, dirigirá su atención a lo que en el “entre” ha hecho surgir la figura de la tensión en el estómago y la rabia. Va a hacer preguntas del tipo; “¿Cómo el hecho de estar conmigo hace ahora que surja la tensión en tu estómago y la rabia? ¿Qué te ha hecho estar enfadado conmigo? ¿Qué cosas retienes sobre mí que te provoca la tensión en el estómago?”.
Después de alguna desorientación, durante la cual el terapeuta lo invita a respirar, el paciente contesta; “Cuando pienso que me has hecho esperar quince minutos antes de recibirme, me pongo rabioso”. En este punto tiene lugar una apertura que permite la restauración de un esquema relacional anteriormente interrumpido.
El paciente puede ser espontáneo con el terapeuta, puede escoger la retroflexión que creaba la tensión en el estómago, como esquema de relación habitual
Este tipo de diálogo terapéutico abre al paciente la posibilidad de superar la ansiedad relacional que ha tratado de evitar con la interrupción del contacto (y que después ha olvidado). Después de que la intencionalidad relacional se ha llevado a la frontera de contacto, el terapeuta puede utilizar una variedad de intervenciones gestálticas capaces de sostener la energía del contacto ahora consciente.
5. Conclusión
Por presentar los principios de la teoría clásica de la psicoterapia gestáltica, he introducido en primer lugar la perspectiva metodológica —la lógica hermenéutica de la circularidad— como un instrumento para leer y referirse tanto al texto fundamental como al paciente, de modo que pueda estimular nuestra creatividad.
Después he introducido de un modo crítico las innovaciones que los fundadores de la Terapia Gestalt han llevado al campo de la investigación y de la práctica psicoterapéutica, subrayando el cambio revolucionario implícito en una perspectiva epistemológica que atiende a la espontaneidad normal, sin encerrarla en esquemas ni categorías.
En la tercera parte, he resumido los aspectos fundamentales de la teoría clásica de la psicoterapia gestáltica en cinco conceptos: 1) el campo organismo/entorno; 2) la perspectiva crucial del self como proceso, función, y acontecimiento de la frontera; 3) el desarrollo de la experiencia de contacto y retirada del contacto entre organismo y entorno; 4) la teoría de la psicopatología gestáltica, con su concepción de la resistencia como ajuste creativo, de las pérdidas de la función-yo, y de la experiencia neurótica y psicótica; 5) el concepto de egotismo, que he discutido en modo crítico porque representa una transición cultural y clínica desde la perspectiva psicoanalítica de aquel tiempo a una idea del objetivo de la psicoterapia y, como consecuencia, de la actitud del psicoterapeuta. He denominado a este pasaje “del egotismo a la creatividad relacional”.
Como ejemplos de los posibles desarrollos de nuestra teoría clásica, he presentado, al final, dos líneas teóricas: una que se centra en la consideración fenomenológica de la dimensión temporal en la experiencia de contacto, y la otra que parte de la perspectiva dialógica del “entre” y desarrolla el concepto de co-creación del campo terapéutico.
Con la esperanza de haber mostrado la idea de la profundidad, de la fascinación y de la utilidad de la teoría de la que proviene la clínica gestáltica, deseo al lector que adapte esta teoría a su enfoque profesional así como a su estilo de vida.
Notas
- Este capítulo es la versión revisada de Spagnuolo Lobo M. (2005), “Classical Gestalt Therapy Theory” [“Teoría clásica de la Terapia Gestalt”], en: Woldt Al, and Toman S. M. (Eds.), Gestalt Tkmpy. History, Theory, and Practice, Sage Publications, California, USA, pp. 21-39 [Manual de Terapia Gestalt: historia, teoría y práctica, México, Ed. Manual Moderno, 2009], En línea con la guía pedagógica del libro en el que, originalmente, estaba incluido, el capítulo incluye intervenciones críticas de Philip Lichtenberg, que hacen que el texto esté “dialogado”, y que he preferido mantener en esta versión. Agradezco a Philip su permiso.
- Philip Lichetenberg es co-director del Gestalt Institute of Philadelphia.
- La obra está compuesta de dos volúmenes, uno teórico y el otro de ejercicios. No obstante, aunque fue intención de los autores publicar la obra colocando en primer lugar el volumen teórico y después, el de los ejercicios de “auto-ayuda”, la primera edición americana, bajo la sugerencia del editor, se publicó con las dos partes invertidas: en primer lugar la de los ejercicios de auto-ayuda y después, la teoría. Solamente 40 años después fue posible tener una edición americana del libro como habían querido los fundadores. Las dos ediciones italianas han seguido la misma suerte: la segunda edición revisada ha sido posible gracias al interés del Istituto di Gestalt HCC. [La versión española, realizada, por primera vez en 2002, gracias al interés del Centro de Terapia y Psicología.- CTP de Madrid y de su directora Carmen Vázquez Bandín, con el apoyo de la AETG, tiene en primer lugar la parte teórica, con el título Volumen II, y en segundo lugar, la parte práctica con el título Volumen I, buscando respetar, por una parte, el deseo de sus autores y por otra, el criterio que se mantiene en la actual edición americana (NdT)].
- Las citas de este libro van a estar indicadas con el año de edición del texto en inglés consultado por mí (1994): las páginas de la edición americana seguidas de las páginas de la edición española (2002) [Nota de la autora y de la traductora].
- Me refiero a la parte teórica del libro, magistral elaboración hecha por Paul Goodman a partir de un manuscrito de Perls y de las reflexiones del grupo de los fundadores (cfr. Rosenfeld, 1987).
- Se refiere al volumen II de la obra fundamental que comprende la parte teórica del enfoque.
- Para profundizar, cfr. Lichtenberg (2009).
- Reenvío a Cavaleri (2001) y a Malcom Parlett (2005) para profundizar en la perspectiva del campo fenomenológico.
- En la versión española el volumen I de la edición americana de 1994 corresponde al volumen 11 como sucede en la primera versión (1951) del libro fundador [NdT].
- Cfr. también Francesetti, Gecele (2010).
- Para Heidegger el tiempo es el sentido, la dimensión constituyente del ser.
- Las negritas en este texto fueron añadidas por Francisco Aguirre, para Psicologos.mx
Datos para citar este artículo:
Spagnuolo Lobb, Margherita. (2015). Terapia gestalt y creatividad: el self en el contacto. Boletín de Consultorio Psicológico Condesa, 8(4). https://psicologos.mx/terapia-gestalt-creatividad-contacto/.
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