Los métodos descritos en este libro son poderosas herramientas para la autoexploración y la autoexpresión. Toda herramienta puede ser usada hábil o torpemente, puede no ser utilizada o utilizada de modo erróneo.
Un martillo puede ser abandonado sobre un estante, donde se convierte en un estorbo más, o puede ser utilizado en forma adecuada para clavar clavos.
Un martillo puede emplearse también para hacer un hoyo en una tabla o para aplastarse un dedo. Yo estoy particularmente interesado en señalar algunas de las maneras en que estas herramientas pueden ser utilizadas de modo erróneo.
El propósito de estos experimentos es ayudar a la gente a redescubrir su capacidad de darse cuenta de lo que realmente están vivenciando, cualquiera que sea esa vivencia. A veces, la gente describirá experiencias agradables, bienestar, alegría, amor, etc., y a veces, experiencias relativamente desagradables: cólera, confusión, pena, etc.
Cualquiera sea la experiencia que una persona descubra, su experiencia debe ser respetada. Hay muchas maneras en que la experiencia de una persona puede no ser respetada. He aquí algunas de las maneras más comunes: juzgando, ayudando, señalando deberes y obligaciones y explicando.
Juzgando. Algunas de las experiencias e imágenes que las personas vivenciarán parecerán extrañas, poco familiares y hasta estrafalarias para algunos. Cualquier juicio, desprecio, burla, etc., es una condena de la experiencia y no alentará a la gente para que se explore en profundidad. El coordinador debe ser lo suficientemente abierto para aceptar y reconocer la experiencia de una persona, por más extraña que parezca.
El coordinador debe también ser capaz de frenar el juicio de otros, sea verbal o no verbal. Si alguien juzga la experiencia de otro, hay dos cosas que usted puede hacer. Primero puede señalar que esa persona está juzgando y que eso es una actividad de la “mente” o la fantasía, y no del darse cuenta.
En segundo lugar, usted puede explorar la experiencia de la persona que juzga. Puede que él experimente miedo, confusión, aversión, etc., y esa es su experiencia válida. “Me siento incómodo” es una experiencia, mientras que “Usted está loco” es un juicio. Al juzgar, yo lo culpo y lo condeno a usted por mi experiencia.
Ayudando. Una de las maneras más comunes (y también más aceptadas) de no respetar a una persona —la experiencia de una persona— es correr en su ayuda cuando se siente “mal” o incómoda. Ser “servicial” con actitudes protectoras, bromas, etc., impide a la persona vivenciar plenamente su tristeza, cólera, soledad, etc.
Y sólo experimentándolas plenamente puede aceptarlas, asimilarlas en la experiencia total de su vida y desarrollarse como ser humano más completo e integrado. Casi siempre el “ayudador” se ayuda realmente a él mismo ayudando a otros. Apresurándose con sus primeros auxilios, detiene la expresión de sentimientos que son dolorosos para él.
Además se convence y convence a los otros de que es capaz de ayudar a otros y no necesita la ayuda de nadie. Casi todo “ayudador” tiene fuertes sentimientos de desamparo que se atenúan temporalmente cuando ayuda a alguien. Esto es válido para una gran cantidad de gente que ejerce profesiones de “ayuda”: maestros, sicológicos y, especialmente, trabajadores sociales.
Si usted tiene este síntoma, tendrá que explorarlo y aceptar sus propios sentimientos de desamparo antes de que realmente pueda ayudar a otros. Intente un diálogo imaginario con alguien a quien ayuda, y desempeñe ambos papeles para descubrir cómo se ayuda a usted mismo ayudando a otros.
Hay una presunción muy difundida por la cual una persona que se encuentra en dificultades es débil y necesita ayuda. En un sentido esto es cierto, porque demasiada energía suya se invierte en manejarse a sí mismo y en manejar a otros convenciéndose y convenciéndolos que tiene muy poca energía para encarar directamente al mundo. Si usted ayuda a tal persona, la está estimulando en la presunción de que necesita de su ayuda y estimula una mayor inversión de energía para que lo maneje a fin de que usted venga en su rescate.
Pero si usted insiste en que tome mayor contacto con su propia experiencia, esa persona puede llegar a darse cuenta de la tremenda cantidad de energía y de poder que emplea en manejarse tanto a sí mismo como en manejar a los otros a fin de obtener su ayuda.
Una vez que asimile su energía, puede aprender a utilizarla más directamente para su autosustentamiento. Puede darse cuenta de que puede hacer muchas cosas por él mismo que antes necesitaba que otros hicieran por él.
Todo el mundo dispone de un enorme potencial en desuso. La mayoría de la gente es mucho más capaz, inteligente, fuerte y capaz de lo que ella y usted creen. Una gran parte de la debilidad, estupidez y locura en el mundo no es real; es un jugar el rol de débil, de estúpido o de loco, iPiense en la fuerza de mostrarse débil para que todo el mundo corra a rescatarlo y haga el trabajo por usted! ¡Considere la inteligencia para mostrarse estúpido a fin de que otros piensen por usted y estén al alcance para cargar con la culpa si eso no resulta! ¡Dése cuenta de la cordura del comportamiento del loco que maneja drásticamente a otros, aunque parezca ser incomprensible, y estar más allá de todo control y responsabilidad!
Si usted se dispone a ayudar a alguien, también se dispone a ser manejado de esas maneras. Si usted asume la responsabilidad sobre usted mismo e insiste que otros también lo hagan, se vuelve inmune a este tipo de manejos. Fritz Perls acostumbraba iniciar sus seminarios diciendo:
“Si quieren volverse locos, suicidarse, progresar, estar en la onda o tener una experiencia que cambiará su vida, es cosa de ustedes. Yo hago lo mío y ustedes lo suyo. Cualquiera que no desee asumir la responsabilidad de esto, por favor no concurra a este seminario”.
Aunque mucha gente intenta tomar responsabilidades por otros, es en realidad imposible. Yo sólo puedo ser responsable de lo que hago y no de lo que él hace. Mucho de “tomar responsabilidad” por algún otro es en realidad un burdo disfraz para imperiosas exigencias que pesan sobre él, una inversión que debe saldarse con elevados intereses: “Después de todo lo que he hecho por ti, seguramente no es demasiado pedirte…”
El modo de ayudar verdaderamente a alguien no es ayudándolo a hacer algo, sino ayudarlo a darse más cuenta de su propia experiencia —sus sentimientos, acciones, fantasías— e insistiendo en que explore su propia experiencia más profundamente y se haga responsable de ella, sea cual fuere.
Con frecuencia esto significa señalar cómo la persona elude a su experiencia y frustrar este eludir. Si una persona está triste, debe explorar la tristeza y vivenciarla más profundamente antes de que pueda asimilarla y desarrollarla.
Si una persona está enojada, debe sentir y expresar realmente su enojo antes de poder admitirlo en su vida. La única salida es a través de.
Deberes y obligaciones. Si usted de alguna manera dice o sugiere que una persona “debería” tener una experiencia particular, esta imagen oscurecerá la experiencia. Si usted trata de contrarrestar las “obligaciones” artificiales de la sociedad con nuevas “obligaciones” propias, todo lo que hace es crear una capa adicional de artificialidad y falsedad. Entonces el individuo tendrá dos “obligaciones” con las cuales enfrentarse y que lo alejan aún más de su propia experiencia y tornan su vida más obligada.
Por ejemplo, yo he visto coordinadores de grupo que decían o daban a entender que las personas debían disfrutar las experiencias que se daban en el contacto físico. Tocar es una importante necesidad humana y mucha gente disfruta estos experimentos y descubre cuan importante es el contacto para ellos. Otras personas sienten disgusto o pasan sinsabores al hacer los mismos experimentos, y esa es su experiencia válida.
No hay respuesta “adecuada” o “correcta” para ninguno de estos experimentos. Sólo hay una “obligación” en este libro —y especialmente en esta sección— y es que usted debe contactar su propia experiencia, cualquiera que ésta sea: que usted sea lo que realmente es en el momento.
Si usted está vivenciando algo, vivéncielo; si está evitando algo, dése cuenta que lo está evitando; si está mintiendo, dése cuenta de que está mintiendo; si está imaginando, dése cuenta que está ocupado con una fantasía.
Cualquiera sea su experiencia, tiene que comenzar en el punto donde se encuentra y comenzar su viaje de autodescubrimiento desde allí. Hay una vieja historia que ilustra la futileza de comenzar por cualquier otro lugar: Un hombre se pierde en los tortuosos caminos rurales de Vermont y, por último, se detiene junto a un campo para preguntarle a un granjero; “¿Cómo puedo llegar a Nueva York?” El granjero masca pensativamente una brizna de pasto por un rato y luego dice: “Señor, si yo fuera usted, no empezaría desde aquí”.
No importa cuan confundido y perdido me encuentre, tengo que empezar desde aquí, con mi experiencia de estar perdido y confundido. Puede que sea un pobre lugar para comenzar, pero no hay alternativa: es el único para hacerlo.
Explicando. Averiguar las causas y razones, interpretar, explicar, etc., son modos muy aceptados y recurridos de “comprender” su experiencia. De hecho, esos son realmente todos los modos de evitar su experiencia lo cual puede explicar su popularidad. Explicar, interpretar, justificar, etc., son todas actividades de la fantasía, hablar de la experiencia y no expresiones de esa experiencia.
Tan pronto como usted comienza a explicar su experiencia, empieza a perder contacto con la experiencia en sí, y se pierde en una jungla de por qués, porqués, síes condicionales y peros. Si quiere perderse en esa selva es su responsabilidad pero no arrastre a otros hacia su pantano, interpretando y explicando lo que a ellos les sucede.
Sus interpretaciones son sus propias proyecciones, sean “correctas” o no. Y aun siendo “correctas” son irrevelantes para la propia vivencia de la persona y sólo pueden reducir el darse cuenta de la misma. Este es el mayor defecto de casi todos los grupos terapéuticos.
Una enorme cantidad de tiempo se invierte en toda clase de interpretaciones, opiniones, juegos de inculpación, juegos conjeturales, etc. Frecuentemente, todo encuentro o alerta genuino se ahoga y se pierde en estas interpretaciones.
Para ayudar a una persona a tomar mayor contacto con su propio vivenciar, busque los detalles de tal vivencia no las “razones”. “¿Cómo se siente?” “¿Qué está experienciando?” “¿Qué le está pasando ahora?” “¿Qué siente físicamente?” son todas preguntas útiles que pueden ayudar a una persona a tomar mayor contacto con los detalles específicos de lo que está experimentando.
Todo el enfoque presentado en este libro es la valorización de vivenciar y darse cuenta de lo que es. Como líder del grupo usted no puede tomar la responsabilidad del grupo ni de ninguno de sus integrantes, pero puede hacer lo posible por mantener la atención de la gente dirigida sobre el darse cuenta.
Trate de eliminar cualquier cosa que interfiera eso. Mejor será si usted tiene experiencia en trabajar con gente y reacciona sensiblemente a lo que sucede en ellos y entre ellos, a fin de que los experimentos empleados por usted sean más fructíferos.
Si en un grupo todos se sienten relativamente bien con cada uno de los demás, un experimento que comprenda la expresión física y contacto de los sentimientos puede ayudar a la gente a franquearse aún más. Pero si el grupo está muy nervioso, defensivo o antagónico, usted tiene que aceptarlo y trabajar por clarificar y hacer explícito lo que está sucediendo en tal momento.
Si un grupo está muy asustado y usted trata de unirlo mediante un experimento de contacto físico, o bien no resultará en absoluto o sólo conseguirá tapar el miedo con una proximidad aparente y artificial.
Con frecuencia hay muchas risas nerviosas, risas sofocadas, inercia u otros síntomas de evasión y miedo al comienzo de una sesión. Una manera de encarar esto es emplear cierto tiempo para expresar estos sentimientos y fantasías que los generan. Otro modo es emplear algún tiempo en contactar las sensaciones de la experiencia física en un clima de apacible retiro, etc.
Si persiste alguna risilla nerviosa —por ejemplo al comienzo de un viaje imaginario— yo le pido a la gente que abandone el cuarto si no pueden contenerse, o de otro modo molestarán a los demás. Hay cierta gente que no está dispuesta a explorar su capacidad de darse cuenta y yo no tengo objeciones en contra suya en tanto no interfieran la actividad de los otros miembros del grupo.
La composición ideal del grupo para muchos de los experimentos es de catorce a dieciséis personas. Es una cantidad lo bastante grande como para brindar una variedad considerable de gente y, sin embargo, es lo suficiente pequeño como para permitir un buen contacto entre todos. Si un grupo incluye más de dieciocho o veinte personas, es mucho más probable que se disperse y que los contactos sean superficiales y difusos.
Con grupos de más de veinte personas, dedique mucho tiempo en subgrupos más reducidos, de modo que cada individuo tenga la oportunidad de entablar contacto con un número menor de personas a la vez. Puede comenzar con algunos experimentos de a dos y luego seguir con experimentos que comprendan cuatro, seis u ocho personas, para luego terminar con todo el grupo en conjunto compartiendo las experiencias y la discusión.
Esto es particularmente útil si le pide a las personas que se distribuyan en grupos de a dos entre quienes no se conocen bien, o lo hagan con personas con las cuales se sientan incómodas, o utilicen algún otro método de elegir compañero que aumente la probabilidad de contacto entre ellos.
Sería ideal si cada persona tuviera exactamente tanto tiempo como deseo para cada experimento. Cuando usted está trabajando con un grupo, sólo puede aspirar a convenir un tiempo como para que la mayoría de las personas lo tenga en cantidad suficiente o un poco más. Inevitablemente algunos terminarán primero y “no tendrán nada que hacer”, mientras otros no habrán terminado mucho después que todos los demás lo hicieron. Usted puede fijarse cuánto tarda cada uno y adecuar la duración consecuentemente.
Habitualmente puede saber muy bien qué ocurre mirando las posturas y atendiendo ligeramente a los sonidos que las personas hacen en los distintos grupos. Los tiempos dados en este libro son sólo sugerencias. El tamaño del grupo implica una gran diferencia, y alguna gente emplea mucho más tiempo que otros. A veces, una persona que habla usará casi la mitad del tiempo de todo el grupo.
Si ve que esto ocurre, pídale que formule frases telegrama durante un rato. También puede avisar antes de que venza el tiempo límite del período de comunicación, en el que se comparte la experiencia: “Quiero que terminen en los próximos dos minutos”.
Algunos grupos se dedican intensamente a un experimento y tienen una experiencia rica que demandará más tiempo para compartir y explorar. Otros grupos estarán mucho menos comprometidos y tendrán muy poco que compartir. Si ve que esto sucede, puede pedir a los del grupo menos interesado que tomen contacto con su propio desinterés y lo expresen.
Mientras lo hacen, lograrán interesarse algo más. Si nota que algunos grupos avanzan más lentamente que otros, puede visitarlos brevemente y pedir a los más lentos que se apuren un poco, y pedirles a los más veloces que empleen un poco más de tiempo y profundicen más detalladamente su experiencia. Si un grupo termina muy pronto, puede darle otro experimento de corta duración mientras los demás grupos terminan.
Cuando usted está trabajando con varios grupos o parejas a la vez en el mismo cuarto, es conveniente tener una manera de llamar la atención de todos al final de un período de discusión, cuando quiere pasar a otro experimento.
Batir palmas es lo más sencillo, pero muchas personas objetan el procedimiento. Una pequeña campana sirve y menos oponen reparos. Si alguien plantea objeciones a esto, pídale que asuma la responsabilidad de hallar una mejor manera de concitar la atención.
Los experimentos de este libro fueron escritos del modo que yo encontré más útil, y están reunidos en secciones de experimentos similares, de modo que usted pueda encontrarlos con mayor facilidad.
Cuando use varios experimentos en una sesión, elíjalos de distinta especie a fin de comprometer e interesar a la gente con diferentes aspectos de su vivencia. Puede comenzar con experimentos más inofensivos y avanzar gradualmente hacia experimentos que impliquen un mayor riesgo personal.
Puede comenzar con un período de relajación en que la conciencia se vuelva hacia dentro y con una fantasía con la que la gente pueda explorar su propio mundo privado sin temor al rechazo. Luego, más adelante cada persona puede decidir cuánto de su mundo personal está dispuesta a compartir con los otros. Asegúrese de dar el tiempo necesario para absorber una experiencia antes de pasar a otra cosa.
Hay innumerables variaciones y combinaciones de estos experimentos. He ofrecido los ejercicios de “reflejar” como una actividad de a dos. También puede ser útil que todo un grupo refleje a un individuo a un mismo tiempo, aunque en tal caso sólo una persona puede verse reflejada por vez.
La mayoría de los viajes imaginarios son presentados como actividades de grupo, de modo que la gente también pueda compartir sus experiencias interiores con otros, pero la fantasía en sí puede, por supuesto, ser hecha de a dos, o por un individuo solo.
Al profesor
Aunque todos estos experimentos han sido escritos para adultos, la mayoría de ellos también son aplicables para niños de todas las edades. Las instrucciones tendrán que ser simplificadas para comunicarse claramente con los menores.
Muchos de los experimentos resultarán más apropiados para niños que para adultos. Los niños pequeños habitualmente están más en contacto con su propia experiencia, son mucho más conscientes y mucho más espontáneos; también están mucho menos confundidos que los adultos.
Estos experimentos pueden ser utilizados en cualquier sala escolar tal como aquí se los presenta, o como una actividad marginal para unir a la clase y establecer una comunicación abierta.
Establecer una buena comunicación y resolver algunas dificultades personales determinará una mejor comprensión y una mayor retención, cualquiera sea el tema de la materia a considerar. Unas pocas clases pueden dedicarse a experimentos al comenzar el año, junto con otros cada dos semanas durante el año, para mantener y continuar desarrollando una buena comunicación.
Unos pocos días dedicados a estos experimentos serán más que convenientes, porque se perderá mucho menos tiempo en interrupciones, disputas infructuosas y discusiones, enfrentamientos entre el maestro y los alumnos, etc.
Muchos de los experimentos pueden ser integrados a las materias de la clase. Muchos de los experimentos básicos de conciencia ejemplifican el método científico de observación, hipótesis, comprobación de la realidad mediante la experimentación, etc. Aún hay más oportunidad de recurrir a este enfoque en los estudios sociales y educación cívica.
Interpretar los conflictos históricos puede ayudar a entender la historia, tanto como la comprensión del conflicto y la experiencia con métodos alternativos de solución de conflictos entre grupos o individuos. En lugar de hablar de diferentes formas de gobierno, puede pedir a sus alumnos que se constituyan en diferentes tipos de gobierno y los vivencien.
Deje que ellos descubran cómo son estos distintos tipos de organización social, y deje que se den cuenta de la diferencia entre la democracia que usted predica y la tiranía (benevolente o no) que usted probablemente enseña mediante sus acciones en la clase. Mucho tiempo se emplea habitualmente enseñando los mecanismos de la democracia: votar, legislar, niveles de gobierno, etc.
Habitualmente se emplea mucho menos tiempo en el proceso fundamental de la democracia: que todos tienen una voz en el gobierno y que todos esos puntos de vista diferentes son respetados en tanto concurran a la búsqueda de soluciones a través de una discusión abierta y razonable. Generalmente casi no se dedica tiempo a practicar verdaderamente la democracia. La democracia está basada en la idea de la comunicación opuesta al mero poder, la autoridad o la lucha.
Todo cuanto pueda hacer por aumentar la comunicación en su clase le hará menos necesario tener que imponer orden valiéndose de su autoridad y hará menos necesario al estudiante rebelarse contra esa autoridad. La clase se convertirá en un sitio para atender y aprender y dejará de ser un sitio para la disputa y el antagonismo.
Los experimentos que encaran la ansiedad, timidez y las fantasías que causan estos síntomas son muy útiles para el desarrollo de la confianza en uno mismo. Las representaciones teatrales, la oratoria y cualquier otra clase que requiera una actuación delante de otros puede llegar a ser mucho más productiva y creativa recurriendo a estos experimentos.
Muchos de estos experimentos pueden ser utilizados directamente para permitir que la autoexpresión florezca en expresión artística. Nuestra sociedad tiende a enfocar la competencia técnica en las artes.
Permitiendo que los sentimientos e imágenes fluyan dentro de medios de comunicación expresivos, se cumple con el proceso básico y fundamental de la expresión artística. Aprendiendo a enfocar y tomando conciencia de las “obligaciones” y reglas que bloquean la expresión se puede hacer mucho para liberar ese proceso.
Los experimentos sobre la base de sonidos (murmullos, canturreos) pueden aplicarse en las clases de música y canto, tanto para reducir la tensión y la timidez como para dar paso a los sentimientos internalizados y permitir que fluyan como expresión musical y de composición.
Los viajes imaginarios y muchos de los otros experimentos son estímulos excelentes para la expresión creativa a través de la escritura. Yo conozco hasta un profesor de mecanografía que pone a todos sus alumnos a hacer el viaje imaginario del rosal, con los brazos cruzados sobre sus máquinas de escribir. Luego les pide que escriban a máquina sus experiencias.
Luego califica los ejercicios según los errores mecanografieos, como si se tratara de cualquier otra tarea y además obtiene un testimonio muy personal de cada uno de sus alumnos. Los diez minutos que emplea en esta fantasía le dan un mayor entendimiento de sus alumnos, de su existencia y sentimientos, que un semestre entero de estar con ellos.
Este entendimiento trajo muchos cambios en su actitud y en su comportamiento hacia muchos de sus estudiantes. Aun si usted recurre a unos pocos experimentos podrá ver resultados definitorios. Cuanto más trabaje con estos experimentos usted mismo y se familiarice con este enfoque, más creativo será en la manera de hallar modos para adaptar estos métodos a su situación, inventando nuevos experimentos y utilizando estos métodos en todo lo que usted haga.
Todo puede ser hecho dándose cuenta cabalmente y también sin darse cuenta en absoluto, y los experimentos de este libro no son la excepción. Usted puede hacer de cada uno de ellos un juego social superfluo, insistiendo que todos se diviertan.
Usted puede hacer de cada uno de ellos una tarea penosa e inexorable si intenta forzar a gente que no está dispuesta a hacerlos o insiste en que todo es muy serio. Si usted se encuentra embarcado en un programa de mejoramiento personal, puede desgastarse diligentemente a través de ellos como un boy scout que colecciona distintivos y estrellas doradas.
Pero si usted hace estos experimentos dándose cuenta, puede descubrir más y más acerca de su vivencia y funcionamiento, y este enfoque puede llegar a ser cada vez más una parte integral de cualquier cosa que haga.
Autor: John Stevens; “Esto es Gestalt”; Ed. IV Vientos.
Datos para citar ese artículo:
Stevens, John. (2012). Al coordinador o líder del grupo. Irradia Terapia México. https://psicologos.mx/al-coordinador-o-lider-del-grupo/ [Consultado el ].
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